La única habitación de este original establecimiento que no cuenta con paredes ni techo alguno, tiene, en cambio, mobiliario completo: una cama con cabezal perfectamente preparada, mesitas de noche con sus correspondientes veladores y un par de taburetes, todo colocado sobre un piso convencional.
¿El mayor inconveniente? La falta de baño. Es que para hacer sus necesidades, los clientes deben realizar una caminata de diez minutos.
Con camarero y todo
Como no podía ser de otro modo, el hotel ofrece los servicios de un camarero adecuadamente uniformado que, por la mañana, sirve un desayuno típico de la gastronomía local: un sándwich de embutido acompañado de un café. Todo ello por una tarifa de unos 250 euros.
Hotel de temporada, el Null Stern ofrece su servicio únicamente en verano, por lo que, teniendo en cuenta el clima de la zona, está previsto que cierre a fines de agosto. Los organizadores advierten, no obstante, que pueden verse obligados a anular las reservas si se impusiera mal tiempo.
El proyecto es resultado de la idea de dos hermanos helvéticos, Frank y Patrik Riklin, que ya se destacaron por otras propuestas de Null Stern Hotel igualmente originales: la instalación de un hotel en el interior de un búnker o dentro de una roca artificial.