Esto hizo que no consumiera más de 39 calorías por día y llegara a pesar 22 kilos. Sin embargo, gracias al apoyo incondicional de su novio y su familia ella pudo superar la enfermedad. Con la ayuda de un médico, que le dijo que si no empezaba a cuidarse de inmediato, su cuerpo colapsaría porque ya no sería capaz de aguantar tanta hambre, empezó su tratamiento.
Sin embargo, su lucha contra la anorexia fue dura. Ella no quería internarse y amenazaba con suicidarse si no la dejaban volver a casa. Los médicos le advertían a los padres que se prepararan para lo peor, puesto que las posibilidades de que sobreviviera eran casi nulas.
Finalmente, salió adelante y ella le adjudica gran parte de su logro a su novio, quien según ella le salvó la vida dado que empezó a preocuparse de que comiera, llevándole comida a la hora para ir ordenando su alimentación.
“Fue entonces cuando Jason intervino y me animó a comer más, me sacaba para comer y compraba aperitivos como palomitas de maíz para picotear juntos. Pronto volví a sentir el placer de comer. Él me ayudó a recuperarme también mentalmente”, explicó la chica.