Errar es humano…y que se te caiga el celular a la pileta es ¡un terrible error!, o al menos lo era.
En esta época en la que abundan los dispositivos digitales como celulares, cámaras, tablets, mp5, entre otros, es muy común que muchos de ellos accidentalmente se mojen.
Las grandes marcas de celulares cada vez compiten más para dar un valor agregado a cada aparato. En este caso, muchas están trabajando en la capacidad de dichos aparatos para soportar el agua, o poder sumergirse a una profundidad determinada.
Teléfonos con este tipo de característica existen en el mercado desde alrededor de 2005, pero las nuevas tecnologías y los avances en materiales y diseño han permitido que los celulares aumenten en el escalafón del código IP (International protection marking en inglés, algo así como el código de protección internacional) y se protejan cada vez más contra asuntos como el agua, el polvo y los daños por uso.
¿Qué dice el reglamento internacional?
El código IP es la forma como, a nivel internacional, se estandarizan las capacidades de un aparato tecnológico para resistir daños por estos elementos. De cierta forma, impide que términos como “a prueba de agua” sean usados indistintamente, y que se pueda decir qué tan “a prueba” de algo sea un dispositivo tecnológico.
En el caso de los celulares, teléfonos como el recién lanzado Samsung Galaxy S7 o el Sony Xperia Z5 tienen un código IP68, que quiere decir que están completamente protegidos frente al ingreso de polvo, y resisten hasta un metro bajo el agua. El S7, por mencionar un caso, es capaz de sumergirse hasta un metro de profundidad durante treinta minutos, y continuar funcionando.
Los dos dígitos del código se refieren a la resistencia de los dispositivos frente a dos variables: el ingreso de partículas sólidas y el de líquido. El primer número va de cero a seis y mide qué tanto resiste el aparato en función del tamaño de las partículas que pueden ingresar a este. Así, una clasificación tres quiere decir que objetos de hasta 2,5 milímetros pueden entrar al teléfono, mientras que el seis indica que no hay ingreso alguno de polvo.
La segunda variable mide la resistencia del teléfono frente al agua. Sobra decir que, una vez se entra en contacto con el líquido, el daño a los teléfonos puede ir desde un milagroso “nada” hasta una falla completa en los circuitos.
Uno de los principales retos a la hora de hacer un celular a prueba de agua es conservar el funcionamiento adecuado de asuntos como los puertos para cargar o los parlantes.
En este tema, el código IP comprende nueve estándares, que pasan por “desprotegido”, “resistente a una salpicadura” y “resistente a inmersión menor a un metro” hasta la mayor de ellas, la 9K: “resistente a chorros de agua potentes a alta temperatura”.
En esta última, los teléfonos se someten a un volumen de 14 a 16 litros de agua por minuto, a 80° centígrados, durante una duración indeterminada.