Cómo ingresó el virus del SIDA en Europa

La ruta de propagación que siguió el VIH por Occidente refleja la situación social y geopolítica en los últimos 50 años.

La epidemia causada por el virus de la inmunodeficiencia humana tipo 1 (VIH-1), dominada en Occidente por el subtipo B del patógeno, se propagó en un siniestro viaje que empezó en África, hizo escala en Haití y conquistó Estados Unidos a principios de los años 70.

Lo que no se conocía muy bien, hasta ahora, es cómo se extendió por el resto de Norteamérica, Europa y Australia, laguna que intenta llenar un estudio realizado por un grupo internacional de científicos de la European Society for Translational Antiviral Research (ESAR). Se publica en el Journal of Molecular Epidemiology and Evolutionary Genetics of Infectious Diseases.

Tras analizar casi 9.000 genomas de cepas del VIH-1 subtipo B procedentes de 78 países, los investigadores han dibujado una ruta que refleja los acontecimientos sociales y políticos del último medio siglo. Dimitrios Paraskevi, coautor principal del estudio y profesor adjunto del Departamento de Higiene, Epidemiología y Estadística Médica en la Universidad de Atenas (Grecia), explica: “se observa una clara separación entre Europa Oriental y Occidental en los primeros días del virus, lo que probablemente tiene que ver con la situación política en el continente. Las diferentes cepas de Europa del Este y del Oeste conectaron durante la década de los 90, cuando los movimientos migratorios fueron menos restringidos”.

Un resultado relevante es que Polonia y la República Checa fueron los países orientales cuyas cepas estuvieron más conectadas con Europa Occidental. En lo que se refiere a Polonia, esto se explicaría porque fue la primera nación que cortó sus lazos con el Bloque del Este, mientras que el caso de la República Checa podría deberse a su posición geográfica central dentro de Europa. También se advierte una gran interconexión viral de Portugal, España y Alemania con otros países, posiblemente a consecuencia de los flujos turísticos o el alto número de infecciones entre su población.

Como indica Roger Paredes, investigador del Instituto de Investigación del Sida IrsiCaixa y participante en el trabajo, sus conclusiones demuestran “que las epidemias no entienden de fronteras. Por tanto, si queremos acabar con el sida también necesitaremos actuar a escala global, especialmente en los países de renta baja donde viven la mayoría de personas infectadas por el VIH y donde actualmente se están transmitiendo virus resistentes a los fármacos”. El estudio muestra una gran diversidad de cepas en Europa, prosigue, porque “los europeos viajan mucho pero tienen tendencia a permanecer y tratarse en su continente, donde gozan de buenos sistemas de salud”.