El problema es que se trata de una palabra que escuchan con tanta frecuencia, que hay que dejarles claro cuándo la decimos en serio.
No es lo mismo un «no» claro, conciso, concreto y dirigido exclusivamente a ellos, que un «no me pongas nerviosa jugando con las llaves».
Estrategias para que entienda lo que significa NO
- Cada vez que el niño quiera alcanzar, morder o jugar con un objeto inapropiado, hay que decirle que no sin alterarnos, muy despacio y mirándole a los ojos, (incluso habrá que agacharse para ponerse a su nivel).
- Además, hay que usar frases muy sencillas del tipo «no, las llaves a la boca, no», y acompañarlas de gestos que puedan entender (en este caso, retirárselas con un movimiento suave).
- Esta fórmula, a primera vista muy sencilla, es suficiente. Pero habrá que repetirla las veces que sea necesario. Porque, después de todo, lo que estamos haciendo es educarle. Y eso requiere observarle continua y constantemente.
Poner límites es fundamental
- Conseguir que obedezcan al «no»debería ser una de las prioridades de los padres cuando sus hijos llegan al año.
- Y es que los límites son imprescindibles para que el niño se sienta seguro y tranquilo. Con ellos sabrá qué puede hacer y qué no.
- Y no solo eso, las normas le hacen estar seguro y ganar autonomía poco a poco.
Todos debemos tener los mismos criterios educativos
- Una de las tareas más difíciles es mantener los mismos criterios. O, dicho de otro modo, que todos los que cuidamos al niño digamos «no» a las mismas cosas.
- Es fundamental ponerse de acuerdo para que los niños puedan asimilar límites (no coger, morder, tocar determinadas cosas), las rutinas (la hora de las comidas, el baño, la cama) y las normas (no salir a la calle sin abrigo, ver la tele solo media hora, pintar únicamente en folios).
- De lo contrario, el niño se sentirá desorientado y… ¡enfadado!
- Igual de importante es no contradecirse uno mismo. Mantener sus rutinas es fundamental para que empiece a asimilar las normas. Y aunque al principio cueste, poco a poco veremos que el trabajo ha merecido la pena.
Mejor un premio que un castigo
- La idea es felicitarle cuando cumple las normas. Eso no significa que no haya que corregirle.
- Debemos hacerlo de forma calmada pero firme, sin dudar. Así, si Juan coge el muñeco preferido de su hermano y lo tira al suelo una y otra vez, a la tercera vez se lo quitaremos de las manos y le explicaremos de nuevo que eso no se