Incursionar en los avatares de la lectoescritura implica un proceso complejo de construcción de pensamiento por parte del niño y para los adultos el desafío de acompañarlos.
Desde pequeños, intentan leer carteles que encuentran en la calle, etiquetas de envases, titulares de la pantalla de televisión. También, con mucho esmero, intentan escribir su nombre, a continuación de un dibujo echo por ellos mismos. Esta actividad implica un gran esfuerzo cognitivo.
La edad promedio de inicio en la lectoescritura oscila entre los 5 y 6 años de edad, es decir, al comienzo del ciclo primario escolar. Asimismo, un primer contacto de los niños con algunas palabras escritas comienza alrededor de los 3 y 4 años, durante el ciclo de educación inicial. Los garabatos y los dibujos son los primeros esbozos de la escritura. Durante este período, descubrirán que las letras dibujadas pueden formar palabras y que las palabras nombran las imágenes. También comprenderán que cada letra tiene un sonido propio. Un gran descubrimiento y una gran satisfacción es escribir y reconocer las letras del propio nombre. También podrán jugar a encontrar otras palabras que contengan las letras de su nombre.
Lectoescrritura.
¿Por qué y para qué es importante aprender a leer y a escribir? Leer es un modo de apropiarse del mundo, sólo posible si está presente la inquietud por saber. ¿Saber qué? Saber acerca de las cosas que nos rodean, explorar intereses e inquietudes de la vida cotidiana.
¿El niño aprende solo? ¿Sólo el niño es quien “debe” aprender? Aprendemos con otros y de otros, en vínculos donde lo afectivo está presente; de este escenario participa el niño, su familia, la escuela y la comunidad en su conjunto.
Es de destacar que el lenguaje oral ha sido el medio de transmisión espontánea de generaciones a generaciones, a través de cuentos populares, mitos y leyendas.
El lenguaje escrito, sistema arbitrario de signos, es y ha sido el modo de plasmar, dejar huella de un mundo de representación de sentidos.
Poder contarle un cuento a un niño antes de irse a dormir, inventar historias mientras estamos de paseo en el auto, adivinar palabras o reconocerlas en los carteles de las calles, son modos de inaugurar una lectura compartida.
Leer y escribir no consiste meramente en una sumatoria de habilidades perceptuales y motrices, sino en una activa búsqueda de sentidos. A algunos niños les llevará más tiempo que a otros poder construir y comprender el proceso de apropiación de la escritura.
Es probable que en los primeros acercamientos a la escritura los niños se equivoquen en la ortografía, no dejen espacios entre una palabra y la otra, inviertan sílabas… Estas “equivocaciones” forman parte del proceso de construcción de la escritura. Proceso, que como adultos, tenemos que acompañar.
Por la licenciada Déborara Slonimski, Miembro del Consejo Directivo de AEAPG.