Muchas personas piensan que pueden saber si un gato está con fiebre si tiene la nariz seca. Esto es absolutamente falso. La nariz del gato se seca o calienta por muchas razones y no todas están relacionadas con su salud. Si el gato estuvo un buen rato bajo el sol lo más probable es que tenga la nariz caliente, esto no significa que tenga fiebre, así que no te alarmes y observa detalladamente, en especial lo que tiene que ver con su comportamiento.
Su nariz es motivo de alarma si observas:
-Llagas o grietas, que pueden ser causadas por problemas cutáneos.
-Mucosidad espesa y de alguna coloración (blanca, verde, rosada).
-Si está enfermo la nariz seca puede significar deshidratación.
-Si cambia de color, por ejemplo a un tono más claro o incluso blanco.
-En estos casos debes llevarlo al veterinario porque te está indicando que hay un problema delicado que requiere tratamiento.
Causas de fiebre en los gatos
La fiebre es un aumento en la temperatura como una respuesta del sistema inmunológico, para atacar algo que está poniendo en riesgo la salud del animal. Infortunadamente una fiebre muy alta puede causar daños a los órganos, en especial al cerebro, motivo por el cual debe ser atendida y monitoreada. Normalmente la fiebre en los gatos se presenta por:
*Lesiones o traumatismos
*Enfermedades crónicas graves (Afecciones cardiacas, del páncreas, etc)
*Infecciones virales, bacterianas o por hongos
*Tumores
*Alergias a medicamentos o comida.
*Sintomatología y toma de la temperatura
Al igual que en las personas, la fiebre produce en los gatos cierto tipo de comportamientos que pueden ayudarnos a identificar que está enfermo. Muchas veces identificamos estos síntomas como una especie de desaliento, pero en realidad es un mecanismo que le permite al animal acumular suficiente energía, para poder incrementar su temperatura corporal y luchar contra las enfermedades. Puedes notar síntomas como:
-Respiración acelerada
-Falta de apetito
-Poco aseo
-Escalofríos
-Poca actividad física
-Disminución en el hábito de tomar agua
-Puede desarrollar síntomas relacionados pero que no son provocados directamente por la fiebre, como lo son el vómito y la diarrea, en algunos casos (como cuando el gato tiene bronquitis) aparecerán estornudos.
Sin embargo la única manera de saber a ciencia cierta si tu gato tiene fiebre es a través de un termómetro rectal. Estos termómetros se consiguen fácilmente en farmacias o en tiendas para mascotas. Usualmente se recomiendan los digitales, porque son más precisos, no contienen sustancias tóxicas y no se rompen si se caen.
Ten en cuenta que para evitar lastimar a tu gato, debes usar un poco de vaselina como lubricante, además de usar un poco de alcohol para desinfectar el termómetro antes y después de usarlo. Debes hacer este procedimiento con sumo cuidado, introduciendo el termómetro cerca de tres centímetros dentro del recto del gato, si no eres delicado puede ser una experiencia traumática para tu mascota. Lo que se sugiere es girar de un lado a otro el termómetro mientras lo introduces lentamente, esto relajará los músculos del ano y no le causará dolor. La temperatura normal de un gato oscila entre los 38° y los 39,2°, por lo tanto cualquier temperatura superior a este rango se denomina fiebre.
Tratamiento de un gato con fiebre
Básicamente lo único que puedes hacer cuando tu gato tiene fiebre es monitorear que esta no siga subiendo. Tómale la temperatura cada 2 o 3 horas y observa como se desarrolla su cuadro sintomático. Si aparecen síntomas de alarma, como dificultades para respirar, cambio en el color del iris o de la lengua, si la fiebre no disminuye en 24 horas o sube a 41° o más, debes dirigirte inmediatamente al veterinario. El veterinario establecerá qué está produciendo la fiebre, y le dará el tratamiento adecuado.
Dos errores comunes que cometen los dueños de mascotas son darles medicamentos para humanos, que resultan ser en su mayoría altamente tóxicos para los gatos, o hidratarlos dándoles agua con jeringas. Esto último no es recomendable porque al obligarlos a ingerir líquido puede terminar en sus vías respiratorias o pulmones, agravando la situación.