Hasta el momento, esta formación natural es la más profunda que se ha descubierto, y supera en 12 metros al Pozzo del Merro, cerca de Roma, en Italia.
Starnawski señala que se sumergió a 200 metros de profundidad a través de un abismo y a continuación envió un robot controlado a distancia que logró alcanzar 204 metros más de profundidad, lo máximo que le permitió el cable que lo sujetaba. El científico, que expresó sentirse como un “Colón del siglo XXI”, argumenta que es posible que la cueva sea aún más profunda, ya que el dispositivo no pudo llegar hasta el fondo.
Los buzos han explorado esa zona durante décadas y que la mayor dificultad radica en la presión dentro de la cueva y la temperatura de 15 grados centígrados del agua, además de su composición mineral, que puede afectar la piel y los equipos utilizados. En 2015, el propio Starnawski se sumergió a 265 metros. Sin embargo, tuvo que permanecer en una cámara hiperbárica, o de descompresión, para evitar las consecuencias de la presión a tal profundidad.