La semana pasada, Claudia Villafañe declaró en Tribunales por la causa en la que está procesada por supuesta “retención indebida de más de 400 objetos que pertenecen a Diego Maradona“. El mismo crack del fútbol es quien está haciendo ese reclamo y la envió ante la Justicia.
En el programa del sábado de Secretos Verdaderos, se dio a conocer la declaración indagatoria de la ex del “10”. Allí, se lee que Claudia niega rotundamente haberle robado a Diego, pero además habla de que vivió un“calvario” al lado de Maradona.
“Los objetos que aquí se mencionan, son de mi exclusiva propiedad, sea porque la gran mayoría de ellos me fueron regalados por el propio Maradona para formar parte de mi colección privada, o porque algunos otros fueron abandonados cuando abandonó nuestro domicilio en el año 1998”, comienza asegurando Villafañe.
Y luego habla de su vida privada al lado del crack del fútbol: “Mi historia es la historia común de miles y miles de mujeres en un país que apenas está empezando a reaccionar sobre lo que significa la violencia de género, el sometimiento y la humillación. Es una historia de aguantar lo inaguantable, de tolerar lo intolerable y de justificar lo que no tiene justificación”.
“Yo nunca me corrí del camino, a diferencia de Diego Maradona, cuando el demonio de la droga se metió en su vida, en mi familia y empezó a carcomer los sentimientos de mi marido, del padre de mis hijas, nada menos. Yo no me cambié de vereda cuando el bochorno y el escarnio golpearon la puerta de mi casa y se rieron en mi cara y en la de mis hijas por culpa de las actitudes de mi marido”, agrega.
Claudia además se refirió a los momentos en que sus hijas, Dalma y Gianinna, le pedían explicaciones sobre la paternidad de Maradona que reclamaban otros chicos. “Tuve que hacer malabares con el intelecto y con el alma para explicarles la existencia de otras personas que desde la sangre reclamaban ser sus hermanos”,asegura.
Y finaliza insistiendo: “No soy una ladrona, soy en todo caso guardiana de la memoria de los mejores días de quien hoy parece no reconocerme. Ninguno de los objetos que hoy se me reclaman posee para mí un valor económico, jamás exploté comercialmente los mismos, mucho menos los vendí. Me unen a ellos cuestiones afectivas, vinculadas al amor, no al dinero”.