1967. En Buenos Aires aparece la novela de un escritor colombiano de cuarenta años. No queda hoy lengua literaria a la que no haya sido traducida. Cien años de soledad no solo cautiva a los lectores de cualquier condicion: su impulso poderoso ha levantado las letras castellanas de todo un continente. Desvelar la magia de su prosa, acotar las arenas movedizas de su particular quehacer literario son tareas tan imposibles como dañinas; si agradecera el lector, en cambio, la aclaracion de ciertas alusiones, la comprobacion de la densidad que subyace a un texto aparentemente diafano. No nos engañemos: son millones las paginas que han engendrado las de la novela, pero ante ella al lector no le queda otra actitud que la misma lectura devoradora y deslumbrada del ultimo de los Aurelianos.