Elbullying no es un problema nuevo. Siempre hubo chicos que hostigaron a sus pares, otros que sufrieron por ser burlados y un tercer grupo que actuó de espectador y contribuyó a fortalecer a los victimarios (en general, molestan de a varios) y debilitar a la víctima en este tipo de vínculos. La llegada de las nuevas tecnologías y la facilidad para acceder a ellas agravó el panorama: hizo que esas situaciones de acoso constante, que antes se vivían en el marco escolar, se extendieran en espacio y tiempo. Crear un grupo de Facebook para reírse de un compañero, pasarse audios o videos por WhatsApp que puedan resultar ofensivos o compartir por Snapchat fotos retocadas a modo de broma son algunas de las maneras de hacer ciberbullying. Esta práctica es bastante frecuente, según confirma una encuesta realizada a casi 600 docentes de todo el país por la ONG Argentina Cibersegura. De allí se desprende que el 64% de los maestros consultados vivió un caso de ciberbullyng en su escuela. Y, a pesar de esto, solamente intervino el 30%.
Del mismo relevamiento, que contó con la colaboración de la Organización de Estados Iberoamericanos,surgeque según loseducadoresfaltan herramientaspara encarar las agresiones que protagonizan los alumnos a través de las redessociales. El 95% consideróque las instituciones debenactuarfrente a esta problemática.Peroel 49%dijono habercontado con ningún espacio de aprendizajerelacionadoa la navegación segura por Internet.En tanto,un 18% de los que sí fueron capacitadossostuvoquelaformaciónfueinsuficiente.
La franja etaria más vulnerables es la que va entre los 12 y 14 años (63%), aunque elciberbullyingtambién afectabastantea niños de 9 a 11 años (24,4%), según concluyeron losdocentesencuestados que, en su mayoría, ejercen en una institución pública (67,5%) y en el nivel secundario (70,6%).El 30,9% dicta clases en la Provincia de Buenos Aires y otro 18,6%, en Capital.
“Cualquier chico con acceso a Internet puede generarciberbullyingo convertirse en víctima deotroy, cada vez, se inician más temprano”, advierte Camilo Gutiérrez, vocero de Argentina Cibersegura. “Facebook acepta a mayores de 13. Pero losnenesno hacen casoa estoy cambian su año de nacimiento para formar parteantes”,cuentaGutiérrez, y destacaque hoy empiezan a utilizarlas redessocialesa los 7 años.
Los memes,yloscomentario, etiquetas y likesque suelen acompañarlos, se transformaronen lanuevaforma de acoso. “Losjóvenesmuchas veces no son conscientes del impacto que puedentenersobreel otro”, sigue el vocero de la ONG. Es por esto, que los adultos deben intervenir. “Los maestros tienen que aprovechar el lugar que ocupan en la vida de sus alumnos, como referentes y personas de confianza, para aconsejarlosy alertar sobre los riesgos de Internet. Pero, para esto, deben conocer las amenazas y ver cómo se propagan. También hay que hablarles de seguridad informática y privacidad, apuntando a evitar el grooming (ver aparte)”,suma.En este sentido, dice que el trabajode lasasociaciones sin fines de lucroes intenso pero no alcanza. “Ayudaría incluir contenidos vinculados alciberbullyingen la currícula escolar”,afirmaGutiérrez.
SegúnMaríaZysman,que es psicopedagoga ydirectora de la Asociación Libres deBullying,el control se torna cada vez más difícil. “Antestoda la familia usaba la única computadora de la casa y se podía ver a qué sitios entraban los chicos, ahora cada uno tiene su teléfono”,señalaZysmany aclaraque saber utilizar un smartphone noes sinónimo de estar preparados para hacerlo. “Los inteligentes son losteléfonos.Los nenes son nenes y, como tales, no puedencomprender todos los contenidos de las redes. Tiene que quedar claro que con los celulares se puede jugar pero no son juguetes”, resalta. Y agregaque “los adultos deben ayudarlos a entender que del otro lado de la pantalla hay una persona a la queun comentariolepuede hacer mal, al igual que ocurre en el contacto cara a cara”.
En el colegio de Villa Ortúzar en el que Marcela Alfaro es directora, están atentos a las cargadas y los malos tratos entre alumnos que se registran por Internet. “Tuvimos conversaciones con padres que notaron en chats de sus hijos un modo de comunicación muy agresivo, a través de las redes se dicen cosas que después en persona no se animan a repetir”, explica Alfaro. Las burlas y provocaciones tienen que ver con diferentes temas: “se cargan por los apellidos o por características físicas como el color de piel o hasta el corte de pelo. Estos conflictos los fuimos charlando con la psicóloga de la escuela pero nunca habíamos tenido una capacitación sobre, por ejemplo,ciberbullying”, señala la docente. Y cuenta que, a raíz de ello, se contactó con Argentina Cibersegura, que realiza charlas gratuitas sobre este tema,y empezaron a tener encuentros. “Las capacitaciones nos sirvieron, nos fortalecimos todos: el equipo docente, los padres y los chicos”, cierra Marcela.
Paula Galinsky