Lo primero que advierte el visitante en Beijing es la cantidad de bicicletas iguales rodando por todas partes. Son amarillas, son 400.000, pueden ser utilizadas por todos y se llaman Ofo, un nombre sin traducción cuya grafía simula a una persona montada en dos ruedas.
Las bicicletas compartidas se toman y se dejan en cualquier parte, y conviven en la calle con los más de 20 millones de habitantes de la capital china.
Para subirse a una Ofo hay que tener una cuenta bancaria asociada a una aplicación en el celular, dejar un depósito de 100 yuanes (242 pesos) y con un escaneo de un código QR que brinda una clave, se desbloquea el candado; luego un contador de tiempo en el teléfono marcará al final del recorrido cuánto sale: cada hora cuesta un yuan (2,40 pesos).
La gran diferencia es que se puede tomar y dejar a la salida del subte, en la puerta de la casa, en la esquina del supermercado, a la orilla de la autopista, en un barrio perdido o en la puerta del shopping más grande, porque no hay estaciones marcadas. Lo que domina es el sentido de lo público.
Hace dos años, cinco jóvenes estudiantes de la Universidad de Beijing, cansados de que les roben sus propias bicis, crearon un sistema para compartirlas.
“Tener una bicicleta en todo el mundo y en cualquier momento fue la idea. Empezamos en 2015 con 500 que fueron donadas dentro de la universidad y los estudiantes las usaban diez veces al día, siguió en otras universidades y con financiación llegamos a 33 ciudades y más de 200 universidades”, contó a Télam, Yu Xin, de 26 años y cofundador de Ofo.
Los números hoy son imparables. Las pioneras Ofo están en 120 ciudades de China, Estados Unidos, Reino Unido, Kazajistán y Singapur por donde circulan 6 millones de bicicletas que usan 25 millones de veces por día. “Vamos a lanzar 20 millones más a nivel global para fin de este año”, dicen desde la oficina de prensa de Ofo.
Yu, por su parte, adelantó que “están entrevistando gente en un país de Latinoamérica, en poco tiempo llegaremos”, pero por “secreto empresarial” no quieren divulgar cuál será la primera escala. “El plan de expansión para el segundo semestre es de 30 países”, agregó.
“Ofo no quiere rentar bicicletas o lanzar un producto al mercado, sino crear una plataforma para conectar las bicis en circulación y en el futuro, todos los vehículos. Creemos que el modelo de Ofo puede ofrecerle a las ciudades una solución al transporte público”, dijo el joven informático.
Pero si bien la primera y líder es Ofo con más del 50% del volumen de bicicletas en las ciudades, existen otras empresas en China como Mobike, que nació sin pasar por la experiencia universitaria, y ambas tienen el 90% del parque bicicletero. Otras firmas, como Bluegogo y Youon se reparten el resto del mercado.
Este “servicio verde”, como lo llaman, reduce las emisiones de carbono en Beijing que equivalen a “170.000 autos”, dijo Yu, un dato no menor en una ciudad que sufre los estragos diarios de la contaminación.
Entre los problemas, Yu detalló “que la pérdida o rotura no son graves, es menos del 1% de las bicis, pero sí lo es la gestión de los 10.000 empleados de la empresa”.
Para el gobierno central chino, este sistema “es una de las innovaciones” que quieren llevar al mundo, como dijo hace unas semanas el director general del Departamento de Asuntos de América Latina y el Caribe de Ministerio de Relaciones Exteriores chino, Zhu Quingqiao.
La encargada de prensa de Ofo, Nellie Zhang, sostuvo en diálogo con Télam que la relación con los gobiernos locales “es muy cercana para asegurarnos de estar en regla con las regulaciones y leyes. En China, nos apoyó mucho y trabajamos para dar soluciones y sugerencias a las reformas de transporte y planeamiento urbano”.
“La economía compartida es oficialmente parte del plan estratégico nacional de China. En 2016, el gobierno la incluyó en su informe anual y llamó a promover su desarrollo”, aseguraron desde la empresa.
Pero, además del fuerte respaldo nacional, Ofo salió a rodar por el mundo. Ariel Wu, directora del departamento de proveedores a nivel global, contó que las bicicletas -ya van por la tercera generación- son fabricadas en cada país.
Las más nuevas son rodados con hasta tres cambios, luces solares, ultralivianas y tienen un candado “smart” indescifrable sin el código. “Estamos buscando proveedores en Latinoamérica”, anunció.
El revolucionario sistema de bicicleta compartida llegó para quedarse en China y quiere hacer frente a demandas sociales, demográficas, sustentables y de movilidad, de otras partes del mundo. Hacia allá se dirigen.