Los dos se habían conocido por Facebook. Ella tenía 13 años y él, 30. El encargado de un hotel alojamiento en la provincia de Chaco dudó hasta que se decidió a ingresar a la pieza. Ya se había cumplido el horario, pero no abandonaban la habitación. La escena fue aterradora: ambos estaban muertos y tenían impactos de bala de una pistola calibre 9 milímetros, que encontraron tirada a unos metros de donde estaban los cuerpos. El arma pertenecería al hombre, un policía de la Ciudad de Buenos Aires. Era el viernes a la mañana.
Elizabeth Giuliana Solís Álvarez no figuraba en los registros del hotel. Su mamá la buscaba desde el día anterior cuando descubrieron que el supuesto cumpleaños al que había ido, de un conocido de una iglesia evangélica, en realidad no existía.
“Sería un caso de femicidio seguido de suicidio por tratarse de una relación ‘prohibida’ por la edad que tenía la chica”, dijo a los medios locales uno de los investigadores. El otro protagonista de la historia era Orlando Sánchez, quien había pertenecido a la Policía Federal y ahora, según la documentación que llevaba encima, integraba la fuerza de seguridad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
La mamá de la chica sabía que se conocían. En más de una oportunidad la había encontrado chateando con él e incluso sabía también que era policía y dónde vivía. Sin embargo, aseguró que nunca imaginó que hubieran empezado una relación sentimental.