Próximo a cumplir 81 años y con 47 largometrajes dirigidos en cinco décadas exactas de carrera (debutó en 1966), Woody Allen sólo había rodado algún telefilm aislado, pero jamás había incursionado en el universo de las series. Su debut en el formato llegó luego de una propuesta que él mismo definió como “irresistible” (en dinero, claro) por parte de Amazon, el servicio on demand que sólo opera en Estados Unidos, Alemania, el Reino Unido y algunos otros pocos mercados, y cuyos dueños también le están financiando sus películas más recientes.
Tras varios films notables realizados en los últimos tiempos (desde Match Point hasta Blue Jasmine), se esperaba con no poca curiosidad y ansiedad el resultado de Crisis in Six Scenes. Lamentablemente, en todos los terrenos (guión, actuaciones, narración, acabado visual) esta serie de seis episodios de poco más de 20 minutos cada uno está muy por debajo incluso de los largometrajes más flojos de su trayectoria.
El piloto arranca con una edición de imágenes de archivo sobre las protestas contra la Guerra de Vietnam y por los derechos civiles mientras suena “Volunteers”, el combativo tema de Jefferson Airplane. Sí, Crisis in Six Scenes está ambientada a fines de la década de 1960 y la música de jazz sólo llegará bastante después, con Art Blakey, Herbie Mann y Jimmy Giuffre.
El protagonista de la serie es Sidney J. Munsinger (el propio Allen), un escritor de Brooklyn con más prestigio que éxito con sus novelas que está desarrollando… una serie de televisión (los guiños, referencias y paralelismos con la vida real de Woody son múltiples y generaron no pocos enojos entre los críticos estadounidenses). Sid está casado con Kay (la mítica Elaine May, tres años mayor que Allen), una psicóloga que atiende unos patéticos casos de matrimonios en crisis.
La plácida y rutinaria existencia de Sid y Kay se conmueve cuando una noche irrumpe en su casa una muchacha llamada Lennie Dale (esa polémica estrella juvenil que es Miley Cyrus), integrante de un grupo revolucionario que apuesta por la lucha armada. Perseguida por el FBI, la fugitiva no sólo se instalará allí, sino que además convencerá a Kay (y ésta luego a Sid) de entregar un maletín lleno de dinero (cubano). Allí veremos uno de los pasajes más graciosos de la serie con el octogenario protagonista saltando entre dos edificios cual héroe de acción. Sí, un doble de riesgo en un film de Allen.
En los seis episodios hay espacio para el romance (Lennie seducirá al joven Alan, que está a punto de casarse), para el thriller, para el drama familiar, para el cine político (hay unas encantadoras ancianas que se fascinan por Mao, Marx, Fidel Castro y los Panteras Negras) y, claro, para la comedia de enredos de tono costumbrista. El problema es que los diálogos y las interpretaciones no son del todo fluidos y hay varios momentos que resultan forzados y hasta un poco torpes. En el terreno visual, luego de los notables hallazgos de su colaboración con el magistral director de fotografía italiano Vittorio Storaro en Café Society, la serie tampoco luce demasiado.
Así, más allá de la rareza de que un cineasta consagrado haya debutado en una serie para VOD a los 80 años, Crisis in Six Scenes no quedará en la historia de lo mejor de Woody Allen. Sólo es cuestión de esperar que en sus próximos proyectos cinematográficos recupere su habitual ingenio y su mordacidad para que este fallido trabajo para la pantalla chica quede con un efímero mal recuerdo.