“Fue difícil para mis hijos y para mi marido. Pero seguí adelante, a pesar de todo. La vida da vueltas y hoy el trato es óptimo, me aceptaron. Los nenes eran púberes cuando me separé. En ese tiempo, no hubo mucho diálogo, así que fueron viviendo mi proceso con bastante dificultad. Por eso aconsejo poner en palabras todo lo que se pueda para facilitar las cosas”, explica Susana Blois de 72 años, quien estuvo casada con el padre de sus hijos durante 18 veranos, hasta que decidió no hacer más oídos sordos a sus verdaderos deseos y gritar a viva voz cual era su identidad sexual. Luego de aquella experiencia, Susana formó una pareja sólida durante 16 años con una mujer. Esta vecina de La Plata, que padeció la segregación homofóbica en el pueblo entrerriano en el que vivía, es una de las tantas asistentes a las charlas del Centro de Jubilados Puerta Abierta, el primero lésbico gay del país ubicado en el barrio porteño de San Cristóbal.
“La sociedad todavía discrimina, de hecho en los centros de jubilados comunes los homosexuales no pueden decir que son gays o lesbianas por miedo a las burlas constantes que suelen recibir. Por eso es tan necesario un espacio propio donde puedan expresarse libremente, donde sepan que nadie los va a excluir, y donde todo el mundo es bienvenido. Con ese objetivo nació Puerta Abierta a la Diversidad”, explica la psicóloga Graciela Balestra, una de las fundadoras del Centro, junto a Silvina Tealdi.
“Discrimina la familia y discrimina la sociedad. Ambas cuestiones obligan a los adultos mayores gays y lesbianas a llevar vidas paralelas. Eso es muy doloroso. Lo importante es ser”, dice la psicóloga Laura Paredes, pareja de Balestra, y fundadora del inminente centro que se abrirá en la ciudad de Mar del Plata, repitiendo el modelo porteño.
Cuestión de progreso
La sociedad evoluciona merced a su propia dinámica y a iniciativas que buscan expresar las necesidades de los diversos grupos o colectivos con intereses comunes, pero con injerencia en la sociedad toda. En este sentido, la reforma a la Ley de Matrimonio Civil, conocida popularmente como “Ley de Matrimonio Igualitario” o la Ley de Identidad de Género expresaron en Argentina avances significativos en busca de la inclusión de las personas gays, lesbianas, y transexuales. Aún así, es posible escuchar a viva voz casos de discriminación en una sociedad que crece y madura, pero a la que le falta mucho por aprender con vistas a romper prejuicios y atravesar barreras que separan y limitan.
Buscando la participación activa y la representación de muchos, nació, en 1999, la Asociación Civil Puerta Abierta a la Diversidad. En el marco de este espacio se fundó, una década después, el Centro de Jubilados Puerta Abierta.
Si para la sociedad, un adulto mayor está condenado a una vida pasiva a nivel amoroso, aún más cercenada se encuentra la manifestación del deseo y la sexualidad para quienes superaron los sesenta años y tienen orientación homosexual. Doble prejuicio a rasgar para ser aceptados por la sociedad toda, incluso, en muchos casos, por hijos y nietos que se desayunan, ya de adultos, sobre la verdadera identidad sexual del padre, madre o abuelos y necesitan procesar ese cambio de paradigma.
“Hace tiempo que trabajo en diversidad en general. A partir de mi experiencia puedo decir que el homosexual de determinada edad está muy solo. Es gente a la que se deja de lado porque es mayor. Se había terminado la sexualidad para ellos. ¿Cómo se van a presentar ante la familia con una nueva pareja? Si estaban destinados para cuidar a sus hermanas o sobrinos, el rol al que se los confina”, dice la psicóloga Laura Paredes.
“Todavía hay prejuicios y rechazo. Venimos de mitos que conectaban al gay adulto mayor con frases tales como: si sos puto vas a morir solo, viejo y enfermo. En la actualidad faltan imágenes positivas de referentes adultos mayores gays, sobre todo en pareja”, afirma el licenciado en psicología Alejandro Viedma.
Actividades
Norma Castillo es la presidenta del Centro de Jubilados. Con Cachita, su esposa, fueron las primeras mujeres que se casaron legalmente en el país. En ese entonces, Norma ya lideraba la institución. Puerta Abierta desarrolla diversos tipos de actividades que van desde la recreación hasta las celebraciones de aniversarios y cumpleaños. Sus asistentes organizan salidas culturales o se reúnen para cenar. Las mujeres son más desinhibidas que los caballeros a la hora de mostrarse. Y, a pesar de la unión entre todos, existen reuniones exclusivas para mujeres y para varones. De esta forma, cada grupo puede elaborar sus inquietudes y pensarse en sus respectivos espacios de reflexión.
¡Se ha formado una pareja!
En Puerta Abierta se entablaron noviazgos. Y hasta se han celebrado bodas entre contrayentes que se conocieron allí. En muchos casos, los coordinadores son elegidos como padrinos de casamiento. Las fiestas reúnen a los integrantes del Centro y a las familias que aceptan la plenitud de la abuela o el abuelo que decidió ser feliz sin pruritos ni prejuicios. Hijos y nietos participan de los enlaces rompiendo estigmas que no hacen más que opacar vitalidades y enfermar.
Varones
Las experiencias se multiplican y demuestran el valor del compartir. “Algo muy lindo e interesante, que sucedió hace dos años, fue acompañar a un integrante del grupo en la salida del closet frente a sus hijos, producto de un matrimonio heterosexual que había tenido hasta hace unos quince años atrás. Fue un proceso muy movilizador para todos ya que, semana a semana, nos contaba si avanzaba o no en el tema, las ansiedades, los temores, las dudas y, a la vez, las ganas que le producía ese camino y objetivo; así que nos expresaba permanentemente su agradecimiento por el apoyo y confianza que le dio el grupo. Todo salió más que bien, sus hijos le brindaron aceptación, amor y compresión”, dice el licenciado Viedma.
Uno de los abuelos que acude cada semana al grupo confiesa: “He dado algunas vueltas a la manzana para poder tocar el timbre, hasta me quedé enfrente observando cómo eran los que iban entrando, tenía mucha curiosidad y sentía miedo, pero me animé y estoy feliz”.
Causa común
Encontrar en el otro un espejo en quien reflejarse no es poca cosa. Quizás, uno de los motores principales para acercase a Puerta Abierta: “La mayor necesidad es vincularse con pares porque llegan inmersos en una gran soledad, ya que a la gran mayoría la familia los discrimina y expulsa, o se ven obligados a mantener una imagen heterosexual irreal. El estar con pares hace que ya no se sientan ni enfermos ni únicos en el mundo. Forman familias elegidas y se comienzan a acompañar en la vida, lo que les devuelve la felicidad y la autoestima”, explica Graciela Balestra, quien se especializa en las relaciones establecidas entre adultos mayores y homosexualidad.
“Mi experiencia en Puerta Abierta es sumamente positiva. No hay espacios para que la gente de mi edad pudiera compartir lo que le pasa, tener diálogo. Es estar con la gente con la que uno vive las mismas cosas”, dice Susana Blois y agrega: “La visibilidad es fundamental. No hay que esconderse. Es sano poner en palabras todo lo que nos sucede. Es saludable para nosotros y para la sociedad toda”.
Hijos y nietos
Al tratarse de adultos mayores, fueron educados con parámetros muy diferentes a los de los jóvenes del siglo XXl. Por eso es tan importante la tarea grupal que permite sociabilizar e internalizar desde la experiencia común: “Ayudamos a romper prejuicios que los estigmatizaron muchos años como cuando oían que la homosexualidad era una enfermedad o qué tenía que ver con la perversión. Los estimulamos a que se empoderen de sus derechos y a vivir dignamente como personas. A poder mostrar su orientación sexual libremente sin que nadie tenga derecho a discriminarlos”, explica la licenciada Balestra.
No es una tarea sencilla. ¿Cómo explicarle a un hijo o a un nieto la realidad sobre la identidad sexual cuando se construyó toda una vida en la mentira o el silencio? Aún más, ya no solo es movilizador hablar de estas cuestiones sino mostrarse en pareja en una etapa de la vida en la que la sociedad dictamina que el amor y el sexo activo se acabaron.
Sexo posible
La canalización del deseo no es un tema menor. Los adultos mayores toman conciencia de la posibilidad real de volver a enamorarse, formar una pareja, ejercer la sexualidad activa o hallar un grupo de amigos con quien compartir la vida.
“La realidad muestra que los adultos mayores gays también tienen sexo y por eso hablamos sobre los recaudos a tener en cuenta al encontrarse con alguien nuevo, los cuidados a la hora del sexo y la posibilidad y el derecho que tienen a volverse a enamorarse y formar pareja. El grupo funciona como una especie de red de contención, de corriente afectiva y estamos atentos cuando un compañero tiene algún problema o una situación particular por la que esté atravesando y precisa de nuestra ayuda. El humor, a veces, actúa como herramienta para la salud”, explica el licenciado Viedma, coordinador del grupo de varones y agrega: “los asistentes a los grupos buscan básicamente vincularse con otros con los cuales se identifiquen y no los juzguen, un lugar donde puedan hablar y escucharse, cuestiones que se dificultan en boliches o internet, sobre todo porque casi todo está armado para jóvenes, incluso el conocerse a través de las nuevas aplicaciones. Muchos se acercaron luego de una separación, buscando contención, compañía y entusiasmo por volver a formar parte del ambiente. Los prejuicios accionan muy negativamente, porque llegan a enfermar y matar a las personas. La discriminación aísla, excluye, estigmatiza, hiere y provoca que los gays internalicen la homofobia social”.
Una sede junto al mar
Laura Paredes encabeza la apertura de una filial de Puerta Abierta a la Diversidad en la ciudad de Mar del Plata. El Centro abrirá sus puertas en breve y buscará repicar la fructífera iniciativa porteña. “Tuvimos un gran apoyo de la secretaria de Desarrollo Social, Vilma Baragiola. Estamos muy entusiasmados con lo que sucederá en la ciudad. Trabajaremos con charlas, juegos y organizaremos salidas. Vamos a demostrarle a la gente grande que no está muerta”, explica la psicóloga.
A Puerta Abierta llegan personas desde 50 años en adelante, y no son pocos los que suman más de ocho décadas buscando un nuevo despertar del cuerpo y la canalización de las emociones desde una identidad real y no normativa. Desde la verdad y no desde la mentira. En definitiva, vivir. A veces, es un volver a vivir. Y, en muchos casos, se trata de comenzar a vivir por primera vez. A pesar del tiempo. A pesar de todo. A pesar de los 70 u 80 años que marca el calendario. Cifras que no logran silenciar los deseos más profundos y las ganas de ser con autenticidad.