Casi la mitad de los varones adolescentes reconoció drogarse todas las semanas durante el año pasado

La SEDRONAR, el organismo oficial encargado de tomarle el pulso al consumo y a la venta de drogas, fracasó en producir números actualizados que delinearan la tendencia del consumo de estupefacientes

Los informes del SEDRONAR fueron al menos escasos; con frecuencia no había datos vigentes en los cuales respaldarse. Los kilos y toneladas incautados en operativos, los chicos moribundos en guardias de hospital o en busca de rehabilitarse en granjas y centros se volvían, irónicamente, el mejor mapa para entender el problema del consumo en la Argentina durante el gobierno de CFK. En este punto, el Informe Especial sobre el Narcotráfico y las Adicciones elaborado por el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina, presentado este mediodía en el edificio San José de la UCA en Puerto Madero, fue una sorpresa, con un eje en la fragilidad social.

El informe se basó en datos recolectados durante cinco años, desde 2010 a 2015, un período signado por el segundo mandato de Cristina Kirchner, sobre una muestra de 5.683 casos anuales a través de centros urbanos de todo el país bajo la guía del sociólogo Agustín Salvia, director del Observatorio. El documento no habla solo de droga y percepción de venta; habla también de alcoholismo, de búsqueda de ayuda terapéutica, de acción policial. Los informes de la UCA sobre pobreza son al menos valorados: el más reciente indicó que la pobreza trepó al 34% durante el gobierno de Mauricio Macri.

En la presentación, después de contar historias de obispos que veían paquetes de droga caer del cielo en medio del campo luego de ceremonias de confirmación y de consolar madres con hijos adictos en parroquias, monseñor Víctor Fernández, rector de la Universidad Católica Argentina, ensayó un gesto adusto y lanzó: “Los datos numéricos indican que hay que tomar el toro de la realidad por las astas”.

De acuerdo al estudio, los varones de 17 a 20 años reconocieron el mayor consumo: el 46,7% habló de drogarse al menos una vez por semana. Los varones de 21 a 25 acusaron una cifra similar a los adolescentes: 42,6% habló de al menos una vez por semana. Las mujeres adolescentes reconocieron un consumo intensivo mucho menor: solo un 13,7%.

Entonces, ¿qué pasó durante el kirchnerismo a nivel nacional con el consumo de estupefacientes? Durante 2010, a nivel nacional, 30,2% de los hogares urbanos señalaban venta de drogas en sus barrios. Para 2015, el número trepó al 46,8%. Es decir, Cristina Kirchner cerró su segunda presidencia un aumento de más del 15% en el narcotráfico barrial. Fue un crecimiento escalonado: no mermó de año a año. En territorio porteño, la tendencia aumentó un 6% en el mismo período.

En el conurbano bonaerense, el ascenso fue mucho más fuerte: de 28% a 48%. Hay números peores: la Patagonia pasó de 18,6% en 2010 en los hogares consultados a 47,6% cinco años después. Cuyo fue el único territorio que descendió en valores narco, según el estudio: de 29,4% a 25,7%.

Vigilar y castigar

¿Ayuda la presencia policial? El informe determinó que un patrullero no es un factor determinante para espantar a los transas: durante 2015, los hogares consultados hablaron de un 41,7% de venta en barrios vigilados por efectivos. La cifra no cambia dramáticamente en lugares donde la presencia policial es baja o directamente nula, con un 55,8%.

Entre el mismo segmento de jóvenes consultados de 17 a 25 años en 2015, un 55% señaló que “hay vecinos en su cuadra que venden droga”, 62% admitió conocer a alguna persona en el barrio que vende, 50,3% que sabe que entran personas de otros barrios para vender droga, 28,2% admitió que en sus zonas se produce paco y, quizá lo más preocupante y revelador: un 48,9% apuntó que hay bandas en sus barrios que se disputan el territorio a punta de pistola.

Hay indicadores más temibles que indican la desconfianza entre vecinos y policías: en el segmento de jóvenes de 17 a 25 años, un 68,3% arrojó que la policía “conoce y/o participa del narcotráfico” en el barrio, un 27,5% habló de un involucramiento de punteros políticos y otro 51,5% que “es normal” que haya ajustes de cuentas. 48,8%, casi la mitad, afirmó tener un familiar o conocido muerto por participar en actividades ilegales.

En cuanto a adicciones severas en regiones urbanas, la Ciudad y la provincia de Buenos Aires combinadas registraron la mayor cantidad de situaciones de adicción de drogas: 2,2% de los hogares acusaron familiares con problemas.

Para la bebida, el pico máximo fueron las provincias del NOA: 4,5% de los hogares reconocieron tener miembros alcohólicos. En conjunto para adictos a drogas y alcohol, el récord nacional es para el conurbano bonaerense: 4,2%. De cara a esto, el 57% admitió no haber buscado ayuda profesional ante una adicción severa. Es decir, más de la mitad no buscó tratamiento.

Por: Federico Fahsbender