Producirá 765 megavatios de energía superando la lograda por el London Array en su primera fase, el mayor parque eólico marino. Para que nos hagamos una idea, éste cuenta con 175 aerogeneradores con capacidad para abastecer a alrededor de medio millón de hogares, si bien el paso de gigante que supone el proyecto californiano va más allá de su rendimiento. Su interés, sobre todo, se centra en el uso de plataformas flotantes.
Se trata de una solución innovadora que hasta ahora se utilizaba con timidez, prácticamente en proyectos de prueba. Ahora, sin embargo, se va a por todas con ella. Pese a las incertidumbres que suscita, su punto fuerte bien merece la pena. Básicamente, permiten acceder a los vientos costeros más fuertes, idóneos para sacar más partido de las turbinas.
De este modo, las turbinas flotantes facilitan ubicar granjas eólicas marinas en puntos estratégicos, más alejados de la costa. Gracias a su flotación es posible prescindir de los pilotes de hormigón o acero que en los sistemas tradicionales los anclan al suelo.
Sin embargo, también hay inconvenientes en las plataformas flotantes, que se han puesto de manifiesto con este nuevo proyecto californiano, como un estado de la mar turbulento o la necesidad de cables más largos para llegar la costa. A su vez, se teme por la posibilidad de que resulte perjudicial para las ballenas y otras especies marinas.
Un futuro optimista
A pesar de estos temores y desventajas, el proyecto californiano sigue adelante. No por obviarlos, sino porque se espera poder mejorarlo en la medida de lo posible en los próximos años. Se confía en que tanto los problemas técnicos como el impacto negativo sobre el medio ambiente se minimicen gracias a la mejora de la tecnología.
Lógicamente, este tipo de decisiones conllevan polémica, y las asociaciones conservacionistas tienen y tendrán mucho que decir. Y es que lo ecológico no siempre es favorable para el ecosistema, con lo que no acaba de serlo, en realidad.
Sea como fuere, el proyecto convertirá la costa central de California en el lugar donde se ubicará una granja eólica flotante sin igual en todo el mundo. Contará con 100 turbinas que ocuparán una superficie de alrededor de 53 kilómetros de costa, que comenzarán a abastecer de energía a más de 200.000 hogares.
Turbinas flotantes a mil metros de distancia
El centenar de turbinas se colocarán a unos mil metros de distancia unas de otras. Producirán más de 6 megavatios de electricidad gracias a vientos que alcanzarán a una velocidad de 8,5 metros por segundo. Si bien su capacidad nominal conjunta será de 765 megavatios, como hemos señalado, la capacidad neta rondará los 650 megavatios.
Las turbinas se anclan a unos 800 a 1.000 metros en aguas especialmente profundas, sobre todo comparadas con las tradicionales, más cercanas a la costa. Para ello se utilizarán distintos sistemas de anclaje, según aconseje el tipo de lecho marino, y las turbinas se interconectan de forma eléctrica con cables “inter array”.
Puesto que las plataformas flotantes no necesitarán pilotes su desmantelamiento sería sencillo. Se trata, por lo tanto, de una instalación reversible que no dejaría restos de ningún tipo en caso de retirada. Las convencionales sí son fijas, no pueden retirarse o, si se hiciera, supondría un terrible esfuerzo y gasto que hoy por hoy no se ha realizado.
Se prevé enviar la energía producida a una subestación flotante, a partir de la cual llegaría a la costa mediante un sistema redundante de cables que realizan la exportación.
Costos más elevados
El precio de la energía es un talón de Aquiles del sistema de turbinas flotantes. Sin embargo, mirar hacia el futuro con optimismo, tal y como apuntamos, es la filosofía de este proyecto. Además de reducir el impacto ambiental, se espera que el costo de la energía también baje. Una necesidad que mejorará la eficiencia, animando a la implementación de nuevos proyectos a lo largo y ancho del planeta.
Actualmente es mucho más cara la energía producida en alta mar, a partir de plataformas flotantes de energía eólica, que hacerlo mediante las granjas eólicas marinas convencionales. A corto plazo, las cosas no van a ser en absoluto ventajosas. Se estima que para el 2020, las turbinas eólicas flotantes costarán alrededor de 9 millones de dólares por megavatio frente a los 4 millones de dólares por megavatio de las plataformas convencionales.
Sus impulsores confían en que la tecnología madurará y, por lo tanto, sus costos acabarán cayendo. Por su parte, los paneles solares flotantes también son una interesante opción que está inspirando la realización de muchos proyectos.
En Japón encontramos numerosas instalaciones, buscando combinar eficiencia, respeto ambiental y una localización factible. De hecho, los nipones tienen muchos problemas para encontrar lugar donde ubicar las granjas solares debido a su territorio montañoso y escaso, con lo que las plataformas solares flotantes son una solución interesante.
Quizá por la misma razón las granjas eólicas flotantes también encuentren en un futuro próximo un lugar donde florecer y mejorar su tecnología. No en vano, la eólica y solar en cualquiera de sus variedades suponen un gran impulso para el sector de las energías renovables, tan necesarias para reducir emisiones de efecto invernadero. Veremos qué nos depara el futuro en este sentido en éste y otros países, con vistas a la tan necesaria transición mundial hacia una sociedad baja en carbono.