La experiencia erótica incluye al cuerpo en toda su dimensión (física y emocional, y simbólica) y cada una de las variantes sexuales pueden despertar placer, resistencia o rechazo. El ano es una de las zonas erógenas que más carga simbólica tiene desde el punto de vista cultural y social. Para las mujeres “entregar el ano” puede ser indicador de sumisión, de ser “tomada” por el otro como demasiado liberal o con vasta experiencia sexual. Para los hombres el mito de la homosexualidad es un imperativo que les impide aventurarse en los placeres traseros. Sin embargo, la fisiología con sus mecanismos benéficos le está ganando la batalla a los preconceptos.
El perineo y el ano es una zona rica en terminaciones nerviosas, si le sumamos la buena vascularización del recto y la sensibilidad de las paredes prostáticas (llamada punto G masculino) podemos inferir que la estimulación del mismo despierta placer. Pero en los varones las representaciones sociales tienen un peso significativo hasta que aprenden a liberarse de ellas, en parte para asumir que todo se basa en un prejuicio, y para darle más lugar a un goce que busca ser repetido por lo estimulante.
En estos tiempos de cambio, en el que las prácticas heterosexuales van incorporando variantes antes muy resistidas, el sexo anal está siendo una alternativa cada vez más buscada en el juego erótico. Es posible que no se dé desde el principio de la relación: requiere de conocimiento previo, de una buena comunicación y de una “apertura mental” para dejar de lado los temores. Otras veces no es necesario “decir” lo que gusta. Los cuerpos con sus acciones comunican las preferencias por ciertas prácticas sexuales y hay que aprender a “leer” esos mensajes.
En los hombres, la asociación entre la erótica homosexual y la penetración anal es un mito frecuente, exacerbado aun mas por los dichos o comentarios denigratorios ligados a esta práctica. El imaginario social se convence de que en las relaciones homosexuales “se hace lo mismo que en las héterosexuales”, solo que que “por atrás”. Esta es una de las creencias que convierte la relación heterosexual en una norma que dirige el accionar de otras formas de orientación y de encuentro. Este modelo se basa en el dominio de la genitalidad como objetivo de toda vinculación erótica-sexual. Nada más falso y limitante. La erótica homosexual, al no responder a la pauta de procreación amplía el juego erótico a toda su dimensión, incorporando todas las variables posibles que rompen también con el constructo “activo/pasivo; sumisión/dominación, etc.
Muchos hombres heterosexuales se están animando a derribar este mito en pos de acceder a un placer sin tapujos.
Consejos
Se recomienda comenzar estimulando la zona del perineo (entre los testículos y el ano) para luego pasar al ano propiamente dicho y a la penetración rectal. El sexo oral y el uso de lubricantes ayudan a relajarlo. La penetración puede ser con dedos o algún juguete sexual.
Un buen juego previo, acuerdo mutuo, ganas de probar cosas nuevas y de disfrutar son garantía de acceso al placer.
Por el doctor Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo.