El 25 de enero de 1997 marcó un antes y un después en la historia de la libertad de expresión en la Argentina. Esa madrugada, en un descampado de la costa atlántica, el fotógrafo José Luis Cabezas fue asesinado por el simple hecho de ejercer su trabajo: fotografiar.
El sujeto de esa foto, el empresario Alfredo Yabrán, no lo perdonó nunca. Todo ocurrió en Pinamar, el balneario top por excelencia en esos años, el lugar donde Cabezas había sido enviado para cubrir la temporada para la revista Noticias. Allí, Cabezas fue secuestrado, golpeado, esposado, asesinado e incinerado.
Veinte años después de ese crimen, el periodista Gabriel Michi, su amigo y compañero de trabajo en la cobertura de cada verano, cuenta en primera persona, en un relato sin concesiones, el segundo a segundo de esa fotografía de Yabrán que le costaría la vida a Cabezas. Y expone, de manera vibrante, apasionada, brutal, el entramado mafioso de altos funcionarios del poder, políticos, periodistas, abogados, jueces y policías que, solícitos, cada uno en su rol, cumplieron con las órdenes de matar a un hombre. Una historia tremenda que muestra cómo el periodismo puede ser un trabajo peligroso, lejos de toda mitificación.
Este libro es un profundo homenaje a ese periodista que dio su vida por llevar adelante la tarea de desnudar las mafias y un sentido recorrido por la vida de un hombre cuyo asesinato también fue el símbolo de un país. Porque a veinte años, todavía se oye en las calles el grito contra las mafias, el crimen y la impunidad: “Cabezas, ¡presente!”.