Era cuestión de tiempo que, una vez abandonado el desarrollo de su propio sistema operativo, un BlackBerry 10 que quiso cambiar el panorama móvil en enero de 2013 y acabó consumando la catástrofe de una marca histórica incapaz de recuperar el terreno de venta al consumidor que acapararon iOS y Android, e impotente para sostener las ventas corporativas y gubernamentales que otrora eran territorio casi exclusivo de lo que era RIM.
John Chen, el CEO de BlackBerry que llegó como un tecnócrata capaz de revertir la situación, ha sido el encargado de firmar las palabras de despedida de la fabricación de terminales. Lo cierto es que el panorama de la compañía pinta en arameo, ya que su apuesta anterior fue centrarse en hardware y dejar que el software viniese de Android. La jugada no salió bien.
El negocio del hardware será externalizado a partir de ahora, tal y como ya hizo la compañía con su último terminal, fabricado por TCL en un movimiento que supuso la consolidación de una tendencia: BlackBerry dejó atrás su software, su hardware, y su orgullo. El que quizás le sobró a la hora de plantarse en el mercado de las tablets con su PlayBook, por ejemplo, con el eslogan “Amateur hour is over“. La realidad, implacable con quien se pasa de frenada, fue que Apple o Samsung se hincharon a vender tablets mientras que la PlayBook nunca pasó de la intrascendencia.