Miles de personas empezaron este domingo a concentrarse en el centro de Barcelona para mostrar su voluntad de seguir en España apenas dos días después de que el parlamento de Cataluña proclamara la independencia.
La marcha, convocada por la asociación Sociedad Civil Catalana con el apoyo de los principales partidos no separatistas, busca responder a las concentraciones de júbilo que hicieron los independentistas el viernes para celebrar el nacimiento del “nuevo país”.
Desde primera hora de la mañana, ciudadanos con banderas de Cataluña, España y la Unión Europea empezaron a concentrarse en el elegante paseo de Gracia de Barcelona para participar en esta marcha.
El objetivo del acto es defender la unidad de España y rechazar “un ataque sin precedentes en la historia de la democracia”, explicaron los organizadores. Su lema es “Todos somos Cataluña. íPor la convivencia, sensatez!”.
Está previsto que a la marcha asistan miembros del gobierno central en Madrid y de los principales partidos contrarios en la independencia. Hace tres semanas, el mismo grupo organizó una multitudinaria protesta que reunió a cientos de miles de personas en las calles de Barcelona.
Los independentistas “viven en un mundo paralelo, un poco surrealista. Tengo rabia de que hablen por todos los catalanes, cuando no somos todos”, lamentaba Silvia Alarcón, oficinista de 35 años.
Y es que a pesar de las fuertes movilizaciones por la independencia de los últimos años de escalada entre esta región y el poder central, la sociedad catalana se mantiene dividida a partes iguales sobre la conveniencia de separarse del reino de España.
“Hemos llegado a una declaración unilateral de independencia de manera ilegal y ilegitima, con 47% de votos en el parlemento de Cataluña”, el procentaje obtenido por los separatistas en las últimas elecciones en 2015, recordaba Álex Ramos, vicepresidente de SCC.
“Ha sido una locura que nos ha llevado al precipicio”, añadió. A su alrededor, numerosos manifestantes gritaban “íPuigdemont a prisión!”, deseosos de más mano dura por parte del gobierno español de Mariano Rajoy.
El conflicto alcanzó su punto álgido el viernes cuando el parlamento catalán declaró la independencia y el gobierno español respondió destituyendo al ejecutivo catalán de Carles Puigdemont y tomando el control de la región.