La propuesta gastronómica es lo que primero que llama la atención del visitante que puede ingresar al sector internacional de la Villa Olímpica, una especie de peatonal donde periodistas, invitados y deportistas coinciden a lo largo de cada jornada. Lejos de las cocinas de autor o las nuevas propuestas fit, en una esquina aparece el McDonald’s, con hamburguesas y pase libre para las delegaciones, mientras que el mercado vecino es un depósito de snacks, galletitas y pilas. El mundo olímpico unido por un Big Mac y al ritmo del fast-food.
Clásico lugar para las entrevistas o las visitas de los familiares, el sector internacional es la antesala del ingreso definitivo a la Villa. Puertas adentro, sólo conviven deportistas, entrenadores y el staff técnico. Pero salir a ese sector también puede servir como pasatiempo. Sobran los locales de los principales sponsors de Río 2016 y hay variadas opciones donde se suelen ver a los integrantes de las distintas delegaciones.
Al mediodía, la fila para conseguir una hamburguesa se extiende unos 50 metros por afuera del local. Las camperas de China, Costa Rica, Marruecos, España, Nigeria y Turquía se mezclan con la indumentaria amarilla de los voluntarios. Al lado, el mercado -más mini que súper- es el lugar elegido para snacks y chocolates. Y entre periodistas, selfies y hamburguesas aparece una playa. Que más que playa es un arenero. Allí, justo enfrente de las hamburguesas, hay reposeras, sombrillas y una cancha de beach-voley.
Después, el pequeño centro comercial se extiende con un lounge de Internet de la marca de celulares que patrocina a los Juegos Olímpicos (con dos filas bien reconocibles: quienes quieren probar la realidad virtual y quienes buscan solucionar los eternos problemas con la conexión 4G), un banco, una peluquería (a la que ya asistieron algunos jugadores de la selección de fútbol), un correo y una lavandería. A un costado, hay un pequeño escenario para números musicales y un gift-shop, donde la mascota Vinicius se vende como pan caliente. Eso sí, los recuerdos promedian los 100 reales.
Con el pasar de los días, el sector internacional fue creciendo en visitantes. Es más, algunos deportistas que se movían con total naturalidad hasta no hace mucho, ahora quedan presos hasta de las lentes de algunos fotógrafos que empiezan a transformarse paparazzis o de un grupo local con carteles de “Free hugs” (la popular propuesta de abrazos a desconocidos). En la antesala de los Juegos Olímpicos, la Villa ya entró en ritmo. Y los deportistas aprovechan cada rincón.