En un reporte publicado recientemente por el Banco Mundial, la Argentina es líder en el mundo en proporción de empleos en riesgo de ser reemplazados por software y robots. Dos tercios de los puestos de trabajo en nuestro país posiblemente se pierdan en los próximos años en manos de las computadoras.
Sin embargo, esta transición es también una oportunidad, al liberar mentes y mano de obra que pueden reasignarse a sectores de mayor rentabilidad y cubrir demandas que el propio desarrollo tecnológico va generando a su paso.
“Desde el punto de vista tecnológico, las dos terceras partes de los empleos del mundo en desarrollo pueden automatizarse, pero los efectos de ese proceso se moderarían debido a los salarios más bajos y a la mayor lentitud en la adopción de la tecnología”, señaló el Banco Mundial.
Según el estudio, al ajustar la medición del potencial de empleos que pueden automatizarse por la viabilidad tecnológica y eventuales demoras en la adopción, la Argentina es el país donde más puestos de trabajo pueden ser reemplazados por la tecnología, en un 64,6% del total, mientras que el promedio de los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) es apenas inferior al 60 por ciento.
En el Informe sobre el desarrollo mundial 2016: Dividendos digitales, cuadernillo del “Panorama general” del Banco Mundial propone no perder la perspectiva histórica, pues “el desplazamiento del empleo y la pérdida de puestos de trabajo provocados por el cambio tecnológico son parte indisoluble del progreso económico. Precisamente mediante el incremento de la productividad (cuando la tecnología reemplaza algunas tareas humanas pero potencia habilidades de los trabajadores restantes y de los nuevos), se genera crecimiento y se liberan recursos humanos y financieros que pueden reasignarse a sectores de mayor rentabilidad”.
Los temores por el “desempleo tecnológico” se remontan a la época de la Revolución Industrial y fueron abordados por economistas de la talla de John Maynard Keynes, quien en 1930 predijo que, para fines del siglo XX, la semana laboral sería de 15 horas, hipótesis que nunca se concretó.
“A lo largo de los siglos, las economías se han adaptado a diversos cambios radicales en los mercados de trabajo: de estos, el de mayor magnitud fue, con mucho, la salida de la agricultura”, explicó el análisis. La migración de enormes masas de población desde las áreas rurales a las ciudades en los últimos dos siglos no se verificó en un aumento del desempleo. Por eso, el Banco Mundial aclara que “nadie puede predecir el impacto total del cambio tecnológico en las próximas décadas”.
BENEFICIOS EN LA PRODUCTIVIDAD
“Al reducir los costos de la información, las tecnologías digitales disminuyen en gran medida el costo de las transacciones económicas y sociales para las empresas, las personas físicas y el sector público. Dichas tecnologías promueven la innovación al reducir los costos de transacción prácticamente a cero”, indicó el estudio. A la vez, las tecnologías “fomentan la eficiencia al hacer que las actividades y los servicios sean más económicos, rápidos y convenientes. Además, aumentan la inclusión al permitir que las personas obtengan acceso a servicios que antes estaban fuera de su alcance”.
Por eso, el gran desafío para las sociedades y sus gobiernos apunta más allá del provecho por el crecimiento económico que promoverán internet y las tecnologías conexas, hacia la distribución de los beneficios para que no impacte en forma negativa en el mercado laboral. “Las tecnologías digitales permiten incrementar la productividad y el bienestar general; no obstante, las alteraciones del mercado laboral pueden resultar dolorosas y dar pie a mayor desigualdad. Según el Banco Mundial, las tendencias mundiales proporcionan algunos indicios: “Uno de ellos es que el porcentaje del ingreso nacional correspondiente al trabajo, en especial a los trabajos rutinarios, ha disminuido drásticamente en muchos países en desarrollo”.
Aunque suene como una paradoja, la reducción de la participación del trabajo humano en la producción se producirá en el futuro inmediato en simultáneo con una mayor disponibilidad de bienes. “En los rubros en que Internet ha llevado a la plena automatización de los servicios, se han perdido muchos puestos de trabajo, quedan pocos agentes de viajes, vendedores de libros o empleados de tiendas de música. Pero esta misma dinámica ha sido una bendición para los consumidores. Existen nuevos bienes y servicios digitales, como libros electrónicos, música digital y motores de búsqueda. Además, Internet ha transformado los servicios existentes, como los de taxi y de la industria hotelera, salud, educación y comercio al detalle. Esto ha incrementado la variedad de bienes y servicios disponibles, incluidos los de ocio. En consecuencia, Internet aumenta el bienestar del consumidor, pero de maneras que no son fáciles de medir”.
“Las tecnologías digitales han ampliado extraordinariamente la base de información, reducido los costos de la información y creado bienes de información. Esto ha facilitado la búsqueda, la combinación y el intercambio de información, y contribuido a una mayor organización y colaboración entre agentes económicos, lo que ha influido en la manera en que las empresas operan, las personas buscan oportunidades y los ciudadanos interactúan con sus Gobiernos”, puntualizó el informe.
Añadió que “los cambios no se limitan a las transacciones económicas; también influyen en la participación de las mujeres en la fuerza de trabajo, la facilitación de las comunicaciones para las personas con discapacidad y la manera en que las personas ocupan su tiempo libre. Al superar los obstáculos de información, complementar los factores de producción y transformar productos, las tecnologías digitales pueden hacer que el desarrollo sea más inclusivo, eficiente e innovador”.
¿QUÉ LE ESPERA AL MERCADO LABORAL?
Queda abierto el planteo acerca del poder de las nuevas tecnologías para crear nuevos empleos. El Banco Mundial confió que “quienes posean las habilidades necesarias para sacar provecho de la tecnología estarán en ventaja, pero incluso los pobres se benefician en cierto grado a través de la creación indirecta de empleo y un mejor acceso al trabajo y a los mercados”.
“Para la economía en su conjunto, el impacto más profundo de Internet en las personas es que hace que los trabajadores sean más productivos. Al traspasar tareas de rutina y repetitivas a la tecnología, los trabajadores pueden concentrarse en actividades que revisten mayor valor”, afirmó la investigación.
Estos beneficios son mayores para las personas más calificadas: “De hecho, este es el mejor momento para ser un trabajador altamente calificado, ya que la rentabilidad de la educación sigue siendo alta: casi un 15% por cada año adicional de educación terciaria en los países en desarrollo”.
De todos modos, en la actualidad “el número de empleos directos que crean las tecnologías digitales es bastante pequeño, pero la cantidad de puestos de trabajo que habilitan puede ser importante. En los países en desarrollo, el sector de las TIC ( Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación) representa, en promedio, apenas alrededor del 1% de los trabajadores”, mientras que “en los países miembros de la OCDE, entre el 3% y el 5% del empleo corresponde a este sector”.
Debido que por primera vez en la historia la producción de la economía podría escindirse del trabajo de las personas, en varios países comenzó a debatirse la posibilidad de establecer un Ingreso Universal que garantice el bienestar de los ciudadanos ante el incierto panorama laboral de un mundo en transformación.
El mentor de Microsoft, Bill Gates, declaró que si un robot reemplaza el trabajo de un humano, debe ser gravado a un nivel similar al que era el trabajador para permitir el financiamiento de otros tipos de empleo en el que las personas son irreemplazables. “Actualmente si un trabajador tiene un empleo de 50 mil dólares anuales en una fábrica, ese ingreso es gravado. Si un robot viene a hacer lo mismo, se podría pensar en que el robot pagara impuestos a un nivel similar”, dijo Gates.
En tanto, el estudio consideró que para los pobres los mayores beneficios de las tecnologías digitales “probablemente deriven de la reducción de los costos de la información y de búsqueda. La tecnología puede informar a los trabajadores acerca de precios, insumos o nuevas tecnologías de una manera más rápida y más barata, lo que reduce las fricciones y la incertidumbre. Esto hace posible eliminar costosos viajes, por lo que se puede disponer de más tiempo para trabajar y se reducen los riesgos de ser víctimas de la delincuencia o de sufrir un accidente de tránsito”.
A las empresas les espera una tarea exhaustiva para adaptar su estructura a los constantes cambios. “En las ocupaciones, las actividades empresariales o los servicios públicos complejos, la automatización a través de Internet por lo general solo permite bajar los costos o incrementar la eficiencia y la comodidad de una parte de las tareas. La otra parte sigue requiriendo la aplicación de capacidades que los seres humanos poseen en abundancia y las computadoras no”, explicó el Banco Mundial.
“Muchas de las tareas tradicionales de un contador o de un empleado bancario están ya automatizadas, como los cálculos y el procesamiento de los retiros de fondos. Otras exigen razonamientos complejos o habilidades socioemocionales, como por ejemplo, el diseño de estrategias tributarias o el asesoramiento a clientes. De modo similar, también es posible automatizar muchos servicios públicos que conllevan el suministro de información o la emisión de permisos de rutina. Pero otros, como la enseñanza o los servicios de policía, requieren un alto grado de criterio, conocimientos tácitos y discernimiento”, ejemplificó.
Por Juan Gasalla