Si consideramos que Lionel Messi es un artista, que lo que hace con la pelota es fantasía, que sus piques son rimas del verso más lindo y sus goles alimentan los párrafos de la mejor novela, el libro de las comparaciones se abre. El dato de que haya igualado el récord de Gabriel Batistuta cobra más valor si se lo pone en contexto. Porque si de romper marcas de futbolistas se trata, Leo ya lo hizo con casi todos. Pero hacerlo en la semana en que superó a Julio Verne… eso sí que no estaba en los planes de nadie.
No hicieron falta presentaciones ni mucho preámbulo. Apenas arribó anoche la delegación argentina , Houston le hizo saber al 10 que es uno de los lugares más calurosos de Estados Unidos. El clima pegajoso se metió a su cuerpo, que venía adaptándose a la primavera de Boston luego del frío de Seattle. Esos cambios no son algo nuevo para él. De feriado a feriado argentinos -su primera práctica en Ezeiza fue el 25 de mayo- vivió todas las temperaturas y viajó más que los 40.076 kilómetros que mide el ecuador. “La vuelta al mundo en 80 días”, escribió el francés Verne en 1872. Messi lo hizo en 26.
Los problemas de los viajes largos, los cambios de temperatura y los distintos husos horarios son los enemigos invisibles que afectan al seleccionado. Lo de Messi se profundiza por el recorrido que debió hacer entre Barcelona, Buenos Aires, San Juan, Rosario, Barcelona y San Francisco para jugar el amistoso con Honduras, declarar ante la justicia en España y estar disponible para el debut por la Copa América. Leo suma 44.673 kilómetros vía aérea. El plantel, 22.905.
Dentro de Estados Unidos, el equipo de Gerardo Martino pasó de la costa occidental en San Francisco (cuatro horas menos que Buenos Aires), al centro del país en Chicago (dos horas menos); luego volvió al oeste para jugar en Seattle (-4) y cruzó todo el territorio para llegar a Boston, en la otra costa (-1). Houston será su quinta estación desde que llegó, hace 22 días.
La falta de descanso será un elemento por tener en cuenta para la semifinal. La Argentina contará con dos días menos que Estados Unidos, que el jueves dejó en el camino a Ecuador. Martino, en una conferencia de prensa, habló del tema: “Asumimos una incomodidad que no es nueva. La organización de estos torneos suele dar este tipo de garantías a los equipos locales”.
Para escapar del cansancio, ayer el cuerpo técnico decidió suspender el entrenamiento y dejó libre la mañana. Algunos, como el entrenador, Sergio Romero, Nicolás Gaitán, Augusto Fernández y Nicolás Otamendi la pasaron con sus familias, que vienen siguiéndolos en el torneo. Al mediodía, los futbolistas fueron a celebrar el día del padre a una parrilla de Boston y luego viajaron a Houston, donde tuvieron que restar una hora a sus relojes.
En la ciudad más poblada de Texas, donde el petróleo corre como la leche en la Argentina, ayer hizo 38 grados de sensación térmica y para hoy se espera la misma temperatura. Por eso ésta es la primera vez desde que comenzó el certamen que el seleccionado llegó con tan poca anticipación a la ciudad del partido. De Chicago a Boston, por ejemplo, viajó unas horas después de vencer a Bolivia y estuvo tres días y medio preparando allí el duelo con Venezuela.
La trama está abierta. El dolor por los 23 años sin títulos ya fue contado. El recuerdo de las dos finales perdidas quedó en los capítulos de atrás, pero cada tanto recaen en las cabezas de los protagonistas. Las escenas vuelven a pintarse en cada viaje y el suspenso aparece cuando se confirma que el adversario con el que jugará mañana corre con ventaja. Nada conmueve al seleccionado argentino de Messi, que sigue su camino en busca de ponerle el 26 de junio el punto final al libro que -sueñan- tendrá una vuelta y una Copa como párrafo final.