Un amigo es una luz brillando en la oscuridad, ¿pero qué pasa cuando algunas lamparitas se apagan? En la historia del rock hubo muchísimos casos donde dos músicos famosos fueron amigos durante años hasta que, por alguna razón, sean celos, traiciones o engaños, se cortó la relación.
Un caso muy concreto es el de John Lennon y Paul McCartney, que tuvieron un vínculo muy intenso durante el éxito de los Beatles, pero que la competencia entre ellos les valió más de una pelea. “Lo genial de John y yo escribiendo juntos era que competíamos el uno con el otro sin parar, y eso era algo muy sano. Decíamos: ‘Mierda, acaba de escribir ‘Strawberry Fields’, mejor que yo escriba ‘Penny Lane'”, declaró McCartney en más de una oportunidad. Ya distanciados y en plan solistas, John criticó a Paul en la canción “How Do You Sleep?” como contraataque después de que su excompañero le escribiera “Too Many People”, en el álbum RAM de 1971. Tras su asesinato en Nueva York, Paul lo recordó con cariño a través del tema “Here Today” y todas las internas entre ellos quedaron en un segundo plano. Hoy, a la distancia, el bajista se anima a cantar “Give Peace A Chance” (himno antibélico de John) en sus conciertos, sin ningún tipo de recelo.
Del seno de los Beatles también George Harrison sufrió un duro golpe por una “icardeada” de Eric Clapton. Su amigo de Cream (a quien invitó a tocar la guitarra en el clásico “When my guitar gently weeps”) estuvo enamorado de su esposa Patti Boyd durante años, hasta que la situación se hizo insostenible. Finalmente, logró conquistarla, se divorció de Harrison y se casaron. Clapton había hecho mil locuras por ella, aunque la más jugada, obvio, fue haberle compuesto “Layla”, uno de sus hits más famosos.
En el palo del punk es sabida la historia de que Johnny Ramone le robó la novia a Joey y que a partir de ese momento dejaron de hablarse. Sí, grababan discos, salían de gira y tocaban juntos, pero no tenían trato, contrariamente a esa imagen de hermandad (ya desde la idea de compartir el mismo apellido artístico) que acuñaron desde sus inicios, cuando eran solo un grupo de pandilleros salidos de Queens, en Nueva York. Incluso se dice que Joey le escribió “The KKK Took My Baby Away” a él, por sus pensamientos de ultraderecha, un clásico de Pleasant Dreams (1981).
En nuestro país, hubo peleas de amigos entre varios históricos del rock nacional, como Pappo con Spinetta, cuando vendió la guitarra Gibson Dove que le había regalado, o sus choques con Charly García en la época que él tocaba en Serú Girán y El Carpo, en Riff. Eran más bien diferencias musicales, que sacaban a la luz mediáticamente, porque Pappo acusaba a García de haber “ablandado” el rock y decía que su principal enemigo era el grupo que compartía con Lebón y Aznar.
Pil Trafa y Stuka, la dupla compositiva de Los Violadores, estuvieron distanciados durante años y se disparaban con munición gruesa en las entrevistas. Con sus idas y venidas, terminaron reuniendo a la banda con su formación original en abril pasado, en un show histórico en el Luna Park. El Indio Solari y Skay Beilinson siguen peleados, tras la separación de Los Redondos en 2001, y nunca pudieron recomponer la relación.
Fito Páez y Joaquín Sabina es otro caso de una sociedad que terminó mal, después de la grabación de Enemigos Íntimos (1998). Hubo cartas públicas del uno al otro, y una gira juntos que quedó trunca. En 2002, el español lo “atendió” en la canción “Cuando me hablan del destino”, del disco Dímelo en la calle, donde canta: “Charly no tuvo un detalle, ni Fito un ¿qué necesitas?”. Pero, en 2008, el rosarino lo invitó a cantar “Contigo” en un show en Madrid, y allí hicieron las paces. Y ya no volvió a llover sobre mojado.