Reconozco que el rinconcito tropical, con su papel pintado selvático, sus loros de cerámica de colores y sus sillones “acapulco” que se han hecho fuertes en salones y terrazas, tanto públicas como privadas nos han dado mucho juego, pero ¿con la llegada del invierno no están un poco de sobra?
Puede ser porque llevamos muchos meses metidos en ese mundo tropical y empieza a agobiarnos un poco. ¿Acaso el otoño no es una época de tonos calabaza, tejas o suaves granates y elegantes azules?
Para muestra, un botón, en este restaurante de la Bahía de San Francisco me resultaría imposible degustar sus espectaculares raciones de ostras tranquilamente. Elexceso de flores, plantas, objetos, en un sitio tan angosto me lo impediría, demasiado agobiante.