Un caso esporádico sirvió para volver a poner el tema sobre la mesa y sacar a la luz una ola de prejuicios de antaño y sinsentidos. Constanza Santos, la joven de 22 años a la que dos policías de San Isidro le prohibieron amamantar en público a su bebé de 9 meses, se convirtió en el ícono de un reclamo que todavía muchísimas mujeres gritan: poder alimentar a sus hijos pequeños sin una condena social.
De cara a la Semana Mundial de la Lactancia Materna, del 1 al 7 de agosto, el caso de Constanza es un ejemplo más de que la sociedad argentina todavía no asimiló que el amamantamiento es un acto natural y que darle una entidad sexual y erótica a ese acto dista por completo de lo que representa la lactancia.
Paola de los Santos, puericultora universitaria y psicóloga, destacó que el problema es cultural: “Creo que seguimos debatiendo esto porque las tetas las tenemos las mujeres y, mientras la sociedad siga pensando que el cuerpo de la mujer le pertenece a cualquiera menos a ella, todos se creerán con derecho a opinar y a aprobar o rechazar, por ejemplo, que una mujer amamante en público. Realmente estoy convencida de que si fuesen los hombres los que amamantasen a los bebés humanos no estaría respondiendo estas preguntas”, reflexionó.
En tanto, Berenice Alvarado, voluntaria de la Liga de La Leche, una organización sin fines de lucro que promueve y concientiza sobre la lactancia materna, detalló: “La lactancia nunca se cuestionó, siempre fue algo natural dar el pecho. A raíz de que surgió la leche de fórmula como alternativa de alimentación, en el siglo XX y siglo XXI, se empezó a generar una brecha generacional con cada vez menos referentes de lactancia”. Y añadió: “Cuando los estudios demostraron que la lactancia era la mejor alternativa nutricional es que se volvió a instalar este pensamiento. Es un gran error pensar que la lactancia es sustituible”.
Argentina no es el único país con este problema:
Hace dos años, Karissa Riddle, una joven madre estadounidense, estaba en un restaurante en Carolina del Norte, Estados Unidos, cuando un empleado le pidió que se tapara el seno con el que amamantaba a su hijo de seis meses porque los clientes se quejaban.
Por esos días, Louise Burns, de 35 años, fue con su familia a un lujoso hotel de Londres y se dispuso a alimentar a su bebé de 10 semanas cuando un mozo le pidió que lo cubriera con una servilleta y alegó que se trataba de una política de la empresa. La imagen del episodio recorrió el mundo.
Dos meses atrás en Jalisco, México, decenas de madres llevaron a cabo una “teteada masiva” para apoyar a Carolina Torres, quien fue expulsada de un shopping por guardias de seguridad mientras alimentaba a su hijo en público.
En agosto del año pasado, la diputada Victoria Donda dio el pecho a su hija Trilce en el Congreso y también fue ampliamente criticada por exhibir sus senos en la Cámara baja. Está claro que el problema de la lactancia en público es global y que la resolución de este debate todavía está lejos.
Por qué es tan importante amamantar
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que la lactancia materna comience dentro de la primera hora de vida del niño y que se realice de forma exclusiva hasta los 6 meses. Si bien luego de ese período se suman otros alimentos, la lactancia puede prolongarse incluso hasta después de los dos años. La necesidad de amamantar demanda, entonces, de dos a tres horas diarias, que chocan de manera inevtiable con la reinserción de la madre en la vida laboral y con los tabúes sociales.
En ese marco, muchas madres se enfrentan diariamente con el problema concreto de que los niños no deciden en qué momento tienen hambre: posponer o resistirse a la lactancia en esa instancia no sólo puede irritar al bebé sino que además pone en peligro su alimentación y nutrición, vital en los primeros meses de vida.
Además, la falta de amamantamiento puede producir en la madre dolores, la obstrucción de los conductos galactóforos, la infección de los pezones, conocida como mastitis, o una futura insuficiencia en la producción de leche.
El eje del conflicto
El problema de la lactancia en público no es el acto en sí mismo, sino la exposición de los pechos, las tetas, los pezones. La misma parte del cuerpo femenino que es utilizada como signo de atracción en publicidades, películas o programas de TV. “Es contradictorio porque en la televisión, los diarios y las revistas está lleno de mujeres mostrando los senos. Nuestra cultura ha erotizado el pecho de la mujer a tal punto que se cree que cada vez que una mujer saca la teta es algo erótico, pero no tiene nada que ver”, subrayó Alvarado.
Por este motivo, desde algunas asociaciones de pro-lactancia materna en Argentina y en el mundo, se insiste en la percepción social de las tetas y apoyan a las madres a animarse a amamantar donde sea que su hijo lo requiera.
En el país, el año pasado se reglamentó la Ley 26.873 de Promoción y Concientización Pública sobre la Lactancia Materna, que si bien no menciona particularmente el derecho a amamantar en la vía pública busca informar sobre los beneficios de la lactancia y la importancia de que la vida laboral no la obstaculice. Por otro lado, la Ley de Contrato de Trabajo prevé los descansos para la madre de un lactante luego de la licencia por maternidad. Sin embargo, todavía no es suficiente.
“El sistema en sí mismo es perverso y pareciera que conspira contra lo que, por otro lado, promueve: que la lactancia materna debe ser exclusiva hasta los 6 meses y luego tiene que continuar junto con la alimentación complementaria oportuna hasta los dos años o más”, disparó De los Santos. “Si una mujer tiene que dejar a su bebé de 45 días para regresar a su trabajo y además no tienen en ese lugar un ‘espacio amigo de la lactancia’ como lo preveé la Ley Nacional 26.873, le será muy complicado continuar ofreciéndole leche materna. Su bebé y ella no sólo pasarán un muy mal momento, sino que quedarán expuestos a una mayor posibilidad de problemas de salud innecesarios”.
Por lo tanto, las responsables del reclamo tienen dos grandes conquistas pendientes: por un lado, más y mejores regulaciones en torno a la maternidad y la lactancia y, por el otro, más educación sobre lactancia, maternidad y sexualidad. De a poco se intentarán derribar ciertos resabios sexistas todavía muy arraigados en la sociedad moderna.
“Estos casos, como el de la mujer de San Isidro, cada tanto nos recuerdan que aún falta mucho”, dijo por su parte la experta en puericultura. Pero no todo el panorama es pesimista. “También considero que el hecho de que en la actualidad la información circule de manera más sencilla y esté al alcance de más mujeres hace que conozcamos cada vez más nuestros derechos y los de nuestros bebés, por lo que se torna complicado seguir tapando la realidad que viven a diario quienes deciden ser madres y amamantar”, reflexionó.
Alvarado también mira el vaso medio lleno: “Es muy bueno que se vuelva a poner a la lactancia en la discusión para reconocer y concientizar. Está bueno que se mediatice y que impacte en la sociedad, que en la cena las familias hablen del tema”, concluyó.
Por Pilar Safatle