Suele suceder más a menudo de lo que parece y sus manifestaciones son tan variadas como diferentes: puede aparecer desde un sarpullido hasta una preocupante hinchazón. Las alergias alimentarias pueden resultar una amenaza para la salud y es importante saber tomar los recaudos necesarios a tiempo.
La alergia se define como toda enfermedad en la cual interviene el sistema inmunológico. Éste último tiene como función principal la “defensa” del organismo ante agentes externos, pero también, en contadas ocasiones, el cuerpo puede reaccionar de manera equívoca y reaccionar contra sí mismo.
Esta reacción desmedida es conocida como “alergia atópica” y se produce contra una sustancia que el organismo reconoce como extraña. Los ejemplos más comunes pueden encontrarse en las proteínas de algunos alimentos, los pólenes, los ácaros, entre otros. Las consecuencias suelen manifestarse a través del asma, rinitis, urticaria, eccema y alergias alimentarias.
La leche de vaca, soja, huevo, cereales, pescados, frutos secos, maní, aditivos alimentarios son ocho de los alérgenos que afectan a la población latinoamericana
Muchas veces la falta de información genera desorientación. Lo más común es que se confundan síntomas alérgicos con otras enfermedades, ya que son “parecidos” entre sí. Gustavo Marino, presidente de S.O.S Alergia, explica que hay “señales” que se superponen: “algunas personas creen que tienen el colon irritable, pero en verdad lo que padecen es una alergia alimentaria. Lo que suele suceder es que se relaciona dicha afección con problemas psicosomáticos y la alergia no lo es, ya que la misma depende de la ingesta de determinados alimentos”.
Por eso, realizar una consulta médica es muy importante, ya que al ser diagnosticados podremos acceder al tratamiento adecuado. “Desensibilización, inmunoterapia o dieta de exclusión son tres de las alternativas que más se usan”.
Algunos alérgenos son considerados similares a ciertas estructuras proteicas que se encuentran presentes en los alimentos. “Aquellas personas sensibles al látex también pueden serlo a determinadas frutas como la palta y el kiwi. Lo mismo sucede con el níquel que lo podemos encontrar en el chocolate, frutos de mar, brócoli, entre otros. Esto es lo que se conoce como reactividad cruzada”, explicó Marino.
En la contaminación sucede algo parecido, pero no igual. Esto se da cuando algunas de las comidas se encuentran “modificadas”, debido a que tuvieron contacto con sustancias a las que reaccionamos. El ejemplo más común es el de los celíacos: los alimentos que consumen no deben tener contacto con el trigo, la avena, la cebada y el centeno, ya sea en su preparación como en el empleo de utensilios.
La buena noticia es que se puede diseñar un plan de comidas que no contenga los alimentos a los que se les tiene alergia. Lo primero que se debe hacer es detectar cuáles son y tomar eso como un punto de partida para armar una dieta que las excluya.
“También hay que aprender a leer las etiquetas de lo que compramos, ya que muchas veces hay alérgenos ocultos. Por eso creamos una guía de supervivencia junto al doctor Marino”, dice Silvia Smid, co-autora de S.O.S Alergia Alimentaria.
Por Alana Gorski