La psicología mundial se aproxima a un terreno pocas veces visitado: el error y la corrección. En realidad, se trata de un paso más del avance de la ciencia. Hipótesis que dan nacimiento a nuevas teorías y estas encuentran los mecanismos para refutar sus bases, sin importar demasiado las consecuencias. Pero, ¿qué sucede cuando se hallan grietas en una investigación que dio pie a cientos y cientos de estudios posteriores?
La historia se remonta casi 20 años atrás, a 1998, cuando Roy Baumeister y Dianne Tice,una pareja de psicólogos de la Universidad de Case Western Reserve, realizaron un experimento que luego se transformaría en un pilar fundacional del rubro en el siglo XXI: galletitas de chocolate, aroma y rompecabezas.
El estudio consistió en reunir a un grupo de estudiantes y realizar una prueba con ellos dentro de un laboratorio inundado de un dulce y exquisito aroma a galletitas de chocolate recién hechas y con un rompecabezas de imposible resolución sobre una mesa. Se realizó una división de dos subgrupos. Así, una parte debía intentar armar el puzzle mientras comía galletitas de chocolates colocadas en un bowl. El otro grupo debía realizar la misma tarea, pero sólo podían comer rábanos.
La realización de la prueba demostró que aquellos que podían comer galletitas permanecieron un promedio de 19 minutos intentando armar el rompecabeza, mientras que los que ingirieron el vegetal, apenas duraron una media de 8 minutos, antes de abandonar su aventura. El análisis final de los especialistas fue conocido luego mundialmente como “agotamiento del ego”.
Según Baumeister y Tice, la fuerza de voluntad de las personas posee un límite y éste se desgasta de acuerdo al entorno y a sus continuos usos y frustraciones. Tratar de armar un rompecabezas, mientras uno come rábanos y huele aromas a exquisitas galletitas de chocolate suponía un estado de autonegación, que producía el famoso desgaste en los individuos.
El agotamiento del ego se consolidó así como un hecho fundamental en el funcionamiento de la mente para el mundo de la psicología. Y así, ese particular experimento dio pie a cientos de estudios posteriores que persiguieron el mismo paradigma.
Incluso, un estudio de 2010, liderado por el científico Martin Hagger, se enfocó en el metaanálisis (investigaciones sobre otras publicadas) de 83 informes y 198 experimentos para resolver que el agotamiento del ego parecía ser un fenómeno real y confiable.
Sin embargo, la historia parece cambiarse. En la próxima edición de octubre del journal Perspectives on Psychological Science se publicará un megaestudio sobre 2.000 individuos realizado en docenas de laboratorios de diferentes partes del mundo en el que, según los especialistas, el efecto del agotamiento del ego fue… nulo.
No es la primera vez que ese fenómeno es puesto en tela de juicio, pero lo cierto es que cuando un campo científico se introduce en un camino de avances y retrocesos resulta más que preocupante para los protagonistas.
“En lugar de hacer una advertencia acerca de que una simple pieza de investigación podría no ser confiable, el nuevo paper planta un manto de sombra sobre una ya establecida y consolidada literatura de investigación. En otras palabras, no sólo cuestiona un estudio, sino la idea por completo”, explicó el periodista especializado en ciencia de Slate, Daniel Engber.
El revolucionario suceso por publicarse pondría en riesgo un campo de estudio completo de la ciencia y, por consiguiente, importantes etapas de las carreras de muchísimos científicos.
El cambio rotundo
El estadounidense Evan Carter fue el primer científico que se dedicó a indagar sobre los puntos ciegos del agotamiento del ego. Graduado en la Universidad de Miami, utilizó como punto de partida el estudio llamado “Efecto Limonada”, en el que la fuerza de voluntad de los individuos era relativa a la cantidad de azúcar que contenían los vasos del jugo que ingerían. “Hice uno de los experimentos más grandes al respecto y no me dio los resultados que esperaba. Por eso, pensé en un principio que había un error en el procedimiento”, explicó el director de la investigación.
Así, para determinar qué había salido mal, decidió analizar al detalle el famoso metaanálisis de Hagger de los 83 estudios y 198 experimentos. “Cuanto más me introducía en el paper, menos creía en sus conclusiones”, detalló. Según Carter, el metaanálisis ofrecía conclusiones contradictorias: “Un estudio refería que los mentalmente agotados estarían dispuestos a dar más dinero de caridad, mientras que otro concluía que las personas en ese mismo estado preferirían pasar menos tiempo ayudando a un extraño”. Carter, junto a su socio Michael McCullough completaron en 2015 un segundo metaanálisis sobre casi 50 experimentos y estudios en el que encontraron una “muy escasa evidencia” del agotamiento del ego.
Ante el pánico que semejante descubrimiento podría provocar en la comunidad científica, muchos otros especialistas calificaron el estudio de Carter y McCullough como “prematuro”. Pero lo cierto es que esa alarma permitió disparar nuevos cuestionamientos sobre la teoría. Así, por ejemplo, se estableció que en el “efecto limonada”, era imposible que el cerebro pueda incorporar glucosa de un modo tan rápido y así influir en la decisión de una persona casi de manera inmediata. El cuerpo entero de investigación sobre el agotamiento del ego estaba puesto en duda.
El derrumbe del castillo de naipes
En octubre de 2014, la Asociación de Ciencias de la Psicología de Estados Unidos creó el llamado Reporte Registrado de Réplicas, en el que se apelaba a decenas de laboratorios de todo el mundo para poder analizar un concepto puesto en duda.
Baumeister, padre del agotamiento del ego, se unió a Hagger para poner sobre la mesa su descubrimiento e intentar callar de una vez las críticas. Para eso, los dos científicos resolvieron que el experimento a analizar sería el de las “palabras con la letra e”. A los individuos se les presentaban en una pantalla diferentes palabras que incluían esa letra. Ellos debían presionar un botón cada vez que encontraban una palabra en la que esa letra “e” no se encontraba a dos espacios de otra vocal (Ej: habría que presionar con “destrucción” y no habría que hacerlo con “nivel”). El experimento fue realizado en simultáneo en 24 laboratorios de Indonesia, Holanda, Alemania y Francia, entre otros países y el resultado fue evidente: sólo dos grupos de investigación evidenciaron los efectos del agotamiento del ego.
“Me pone mal que todos los científicos alrededor del mundo hayan realizado el estudio y se encontraran con el resultado de la nada misma”, explicó luego Baumeister, quien cuestionó la metodología del experimento y no el concepto en sí.
La realización de las pruebas de réplica no sirvieron para sepultar el concepto por completo, pero sí fueron clave para demostrar que el efecto del agotamiento del ego es mucho menor de lo que se creía.
La realidad indica que el descubrimiento de que una teoría tan consolidada y establecida en su momento quizás no sea tan efectiva es un proceso muy difícil de aceptar para la comunidad científica. Se podrán realizar cientos de estudios nuevos en los que se confirme el efecto del agotamiento del ego, pero mientras sigan existiendo algunos pocos que no demuestren los resultados esperados, es suficiente para cuestionar la gran idea. No hay dudas de que el autocontrol y la fuerza de voluntad poseen un punto de desgaste, más difícil es detectar los motivos y las razones que llevan al individuo a ese lugar.
“En un punto, tendremos que empezar todo de nuevo y decir ‘Este es el año 1′”, reflexionó Michael Inzlicht, uno de los directores de las réplicas de los 24 laboratorios en el caso de la “Letra e”.
Es que la presentación del nuevo estudio no sólo servirá para refutar de manera fehaciente las bases del agotamiento del ego, sino que también significará una denuncia y una alarma contra todos los métodos de investigación de décadas atrás.
“Me encuentro en una zona oscura”, escribió el propio cientíico de la Universidad de Toronto esta semana en su blog. “Siento que la tierra se está moviendo por debajo y ya no sé qué es real y qué no”, completó.
Por su parte, el propio Baumeister ya inició un proceso de réplica de su propia teoría del agotamiento del ego con los métodos que él considera todavía efectivos: “Tenemos que ser honestos con nuestra actividad. Y ahora hay que volver al primer casillero, sólo para establecer un punto que ya fue establecido hace 20 años. Es mucho más fácil publicar material en el que se destruye algo que hacerlo con material que construye”.