A pesar de vivir en un mundo híper conectado, sentirse solo es cada vez más común. Y, según reveló el neurocientífico Facundo Manes, presidente de la World Federation of Neurology Research Group on Aphasia, Dementia and Cognitive Disorders y fundador del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO) y el Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro, la soledad podría ser tan mortal como un ACV.
“Sentirse solo es un mecanismo biológico como tener hambre o sed, pero la diferencia está en que una persona puede comer o beber y se acaban sus problemas, pero no puede salir a la calle y gritar ‘quiero tener amigos'”, explicó en Miami, durante la presentación de su libro Usar el Cerebro (Paidós), en el que el experto propone a sus lectores conocer más a fondo sus propias mentes para poder llevar una vida mejor y más plena.
En diálogo con Infobae, Manes explicó que “hoy sabemos que cada emoción básica está relacionada con una red neuronal específica. A su vez, estos sistemas neurales están interconectados entre sí y esto es fundamental que sea así porque muchas veces en la vida diaria tenemos que enfrentar situaciones emotivas que requieren de más de una emoción. Las pasiones, como denominaban a las emociones los griegos, son las que nos hacen únicos como especie animal”.
Y la soledad hace que la persona sienta emociones intensas que repercuten luego en su organismo. De acuerdo a la opinión de Manes, la soledad crónica es incluso más peligrosa que el alcoholismo o la obesidad, y, según afirmó el neurocientífico, puede llegar a matar a la persona. Aislarse es lo peor que puede hacer un individuo.
El ser humano es muy complejo, como lo son también su memoria, conciencia, inteligencia y emociones. El científico escribió el libro Usar el cerebro junto al periodista argentino Mateo Niro, y también El cerebro argentino, que presentó este año en la última edición de la Feria del Libro, y que ofrece una invitación a pensar cómo somos los argentinos y a encontrar, entre todos, los caminos para lograr el desarrollo individual y social.
“¿Cómo es el cerebro argentino? Según sus rasgos biológicos generales, estructuras y funciones, es igual al de todos”, había asegurado Manes, quien manifestó que las mentes rusas, chinas o españolas son biológicamente similares pero que, paradójicamente, la ciencia demostró que existe un cerebro específico de un país, o incluso un barrio.
Manes explicó que la interacción de los genes con el ambiente –las tradiciones, el contexto, las experiencias, las historias compartidas, las personas que nos rodean– hace que cada cerebro esté en constante cambio y sea único. Incluso el de un hombre y una mujer pueden ser totalmente distintos: “Existen algunas diferencias entre ambos cerebros que indicarían que el sexo influye en ciertas conductas. Una de estas diferencias podría ser la marcada asimetría que existe en ambos hemisferios masculinos y no así en los cerebros femeninos”.
A pesar de todo lo que se sabe en la actualidad sobre el cerebro humano, y de que se han producido más avances en la neurociencia en este siglo que en la historia de la humanidad, todavía se conoce muy poco sobre este órgano, tan único y enigmático. “No tenemos ni idea de cómo los circuitos neuronales dan lugar al pensamiento íntimo, personal y subjetivo en cada momento y tampoco tenemos una teoría general sobre el cerebro”, señaló.