Aerosmith le dijo chau a la Argentina

Con un show compacto y ecléctico, la banda de Steven Tyler y Joe Perry puso en escena todas sus facetas

La banda de rock de Boston de los 70, los que renacieron en los 80, los que fabricaron hits en los 90, los que buscaron reencontrarse con sus orígenes en la última década. Todas y cada una de las caras de Aerosmith se mostraron anoche en el Estadio Único de La Plata, frente a 35 mil personas que respondieron al llamado de una aparente despedida de los escenarios.
El show arrancó, puntualmente, a las 22, luego de que la voz del presentador irrumpiera como un trueno. El relampagueo de las luces y la tormenta que se desataba ahí mismo, gracias a la electricidad que -pese a todo lo dicho y todo lo vivido en estos 45 años- aún circula entre Steven Tyler, Joe Perry, Brad Whitford, Tom Hamilton y Joey Kramer.

Steven Tyler, el juglar indomable

Enroscándose, girando como un torbellino, dejando que su cabello flote como una postal de la estrella de rock, practicándole sexo al pie del micrófono, jugueteando con las chicas del costado del escenario. El líder de Aerosmith se hizo de todas sus armas y mucho más para cautivar al público desde el primer momento. Porque Tyler representa la quintaescencia del rock, del frontman agresivo pero querible, del artista que desafía al paso del tiempo y nos grita en la cara que se puede seguir siendo un irreverente a los 68 años.

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Su voz sonó impecable y el demonio del grito estuvo al pie del cañón, aún cuando algunos fraseos fueron debidamente modificados para brindarle más seguridad. No faltó el show de muecas ni los bloopers cuando intentaba hablar en español (“más suerte”, pidió en dos oportunidades cuando pretendía que el público elevara su voz). Y el vestuario, claro, tampoco decepcionó: hubo brillos, pantalones ajustados, pañuelos de animal print y sacones batik que ni la tía abuela más alocada se atrevería a usar.

Joe Perry, el guitar hero solemne

Mucho se ha dicho sobre la “tirantez” que existe, desde hace años, entre Tyler y Perry. Sin embargo, nada de eso se trasluce en escena. Quizás el exhibicionismo del cantante sea el antídoto más preciso para la severidad del guitarrista, que evita los primeros planos pero no duda en desplegar su catálogo de solos afilados.

El paso al frente llegó con “Stop Messin’ Around”, la canción de Fleetwood Mac que incluyeron en su disco Honkin’ on Bobo, de 2004. Perry le puso la voz a la canción, dibujando palabras detrás de la boina y los lentes ahumados que no abandonó en toda la noche. Sorpresivamente, Tyler no abandonó la escena, sino que se mantuvo en la penumbra como si no existiera un backstage, rememorando quizás los comienzos de la banda.

Los hits

Sí, seguramente alguno pensó que sonaría “Amazing” o “Pink”, pero el repertorio era amplio y había que elegir. Ya desde el comienzo, Aerosmith puso en primer plano esas canciones que los condujo a la masividad en los 90, desde la pantalla de MTV. “Cryin'”, “Jaded” y “Crazy” salieron disparadas como una unidad y pusieron a cantar a todo el Estadio Único de La Plata. “Livin’ on the edge” (otra gema de Get a grip) también sonó intensa, con imágenes de edificios derrumbándose como fondo, y “Dude (Looks like a lady)” invitó al baile.

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El punto alto llegó con “I don´t want to miss a thing”, esa canción que grabaron para la banda sonora de la película Armageddon (1998). Minutos antes, Tyler le abrió paso sobre el escenario a una pareja para que el caballero le realizara una propuesta de matrimonio a la dama frente al incrédulo público. Sí, fue el momento romántico de la noche, en el que los novios besaron a sus novias y los nostálgicos extrañaron a algún viejo amor perdido.

Los clásicos

Que eligieran abrir el show con “Back in the saddle” (un tema de su álbum Rocks, de 1976) fue también una toma de postura. Así, la banda circuló entre los éxitos que todos querían escuchar y las canciones que los fanáticos sabrían atesorar. “Last child”, “Rats in cellar”, “Chip Away the Stone” (“una canción que no tocamos hace mucho tiempo”, advirtió Tyler) y su enérgica versión de “Train Kept A-Rollin'” sonaron vitales, firmes, convincentes y precisas.

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“Come together” también fue muy bien recibida por el público, que celebró el homenaje Beatle sobre un fondo de imágenes psicodélicas. Ni siquiera los problemas de sonido, que fueron una constante durante toda la velada, pudieron con el rock and roll en estado puro de Aerosmith.

El adiós

El cierre merece un capítulo aparte. Luego de abandonar el escenario, fue Tyler quien regresó para sentarse al piano. Antes, arengó al público entonando un “olé-olé-olé” y tocó un breve fragmento de “Home tonight”. Lo siguiente fue uno de los momentos más emotivos de la noche: “Dream on”, esa canción que fue el primer sencillo de la banda y suena como un himno inoxidable.

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Perry nuevamente se abrió paso para subirse al piano e interpretar su solo de guitarra, componiendo una inolvidable despedida. Los “toxic twins” estaban allí, como dos sobrevivientes, reviviendo el espíritu de la banda.

“Sweet emotion” le puso color al adiós, con la explosión de papelitos de rigor y la presentación completa de la banda. Y así, Aerosmith comenzó a desandar el camino de su despedida.