En poco menos de 40 días, costumbres adquiridas como hacer una compra a la vuelta del trabajo sin llevar donde cargarlas, deberán erradicarse de la rutina a la par que las bolsas de plástico desaparezcan de los supermercados. O habrá que contarlo como una compra extra, porque la mayoría de las cadenas ya comercializan sus propias bolsas ecológicas, las únicas permitidas para transportar mercadería a partir de enero, por orden del Gobierno porteño.
Alternativas al envase de PVC hay muchas, pero gratis casi ninguna. Entonces, la elección pasará por el sentido práctico, el gusto y el bolsillo. Rafia, tela o papel. Canastos, changos o bolsos, éstas son algunas de las opciones para transportar los víveres sin descuidar el medio ambiente.
La bolsa de tela o rafia: Denominadas como eco-friendly, son la alternativa más clásica a la de plástico y hay infinidad de versiones. Las que comercializan las grandes cadenas de supermercados en sus tiendas arrancan en $20 (y te sacan de un apuro), pero en Internet se pueden conseguir desde $8 y hasta $150, según el tamaño, la calidad y el modelo.
Bolsas plegables para el carrito del súper: Tienen un fondo rígido, cierre y bolsillo, son de tela impermeable y se adaptan al chango metálico para guardar los productos directamente en el envase que nos vamos a llevar a casa. Incluso vienen con una funda para enrollarlas y guardarla de forma compacta, y tienen cierre para evitar caídas o pérdidas de productos. Se venden por Internet y arrancan en $200 y hay ofertas por $260 el par.
Bolsas mágicas: Uvas, abejas, girasoles o frutillas, que cerrados parecen muñecos mulliditos, desplegados se convierten en bolsas tan divertidas como útiles. Algunas quedan tan pequeñas que pueden cargarse en cualquier rincón de la cartera. Se consiguen en las regalerías y a través de la venta online, y rondan los $80.
Bolsos y carteras plegables: Algunos toman la forma de monederos y otros son como pequeños estuches para papeles, ambos prácticos y fáciles de transportar. Abiertos algunos tienen el tamaño de un maletín de viaje, y son resistentes al peso y a los líquidos. Muchos de estos modelos suelen usarse para las salidas al aire libre, o transportar artículos de playa, por lo que su soporte está garantizado. Se consiguen desde $50.
Bolsas de diseño: Generalmente están intervenidas por artistas, obteniendo así un valor agregado al de simple transporte de mercaderías. En telas fuertes, no siempre impermeables, se producen con material reciclado de muebles viejos (fundas de sillones), se pintan a mano o se recrean obras pictóricas clasicas. Se pueden encontrar tanto en bazares boutique como en locales de indumentaria y arrancan en $100.
Canastos o cestas de mimbre: No son el transporte más cómodo, pero sí uno de los más pintorescos. Y además se pueden reciclar para los picnics. Por sus características sirven más para compras pequeñas, en los comercios barriales, y no tanto para ir al supermercado a llenar el chango. Algunos se pueden adaptar a la bicicleta, y el combo ecológico está completo. Los que son tipo bolsa se consiguen desde $110, y los que son para la bici $820.
El chango para el súper, versión moderna: Este ya es un clásico de las compras que ahora se volverá imprescindible en los hogares porteños. Es resistente, impermeable y lavable, tiene la base plegable y mucho espacio de guardado. La gama de calidades y precios es muy amplia, pasando por los tienen la función térmica a los que soportan hasta 25 kilos. Eso sí, todos tienen su estructura de aluminio, lo que los hace muy livianos. Hay desde $180 hasta $2150.
El chango vintage que usaban las abuelas: En esta versión la estructura es de hierro pintado y la bolsa de rafia o tela vinílica. La particularidad es que muchoss vienen con “botellero” en la parte delantera para contener los envases de vidrio. Hay que tener en cuenta que las ruedas son más finitas que las del modelo nuevo, por lo que en calles rotas la estabilidad se pierde fácil. Se venden desde $400 y también hay modelos más exclusivos a $1000.
Los comercios barriales, esos que no forman parte de una cadena, también se encuentran ante una conversión obligada en la entrega de bolsas. Para los que no quieran, o no puedan, costear la producción de envases ecológicos personalizados, existe la opción de formar parte de proyectos como Infopan, una empresa que se dedica a la entrega de bolsas de papel en panaderías y pequeños negocios de forma gratuita. La producción la costean con la venta de publicidad que se imprime en las bolsas.
“Con el nuevo programa del Gobierno porteño entramos en el listado de proveedores certificados, y ahora vamos a venderle a los comerciantes que quieran entregar bolsas de papel a sus clientes”, detalla Nicolás Grichener, director fundador de Infopan. Y agrega que estos envases también comenzarán a distribuirse en las ferias itinerantes de la Ciudad, reemplazando a las actuales bolsas plásticas. Esta alternativa sustentable ya está presente en Caballito, Almagro y Colegiales.