“En invierno la piel es diez veces más seca que en otras estaciones”. Vos, como yo, seguramente habrás notado el cambio apenas empezaron los primeros fríos. Es que, las bajas temperaturas, los vientos fuertes y la calefacción aumentan la vulnerabilidad de la barrera natural de la piel, volviéndola más frágil y seca más rápido de lo normal. “La razón principal por la que la piel sufre cambios es la vasoconstricción que provoca el frío, que lleva a que se contraigan los capilares, disminuyendo la irrigación. A consecuencia de lo anterior, la piel recibe menos nutrientes y oxígeno, se hace más lenta la exfoliación y se acumulan las células muertas”.
El consejo de los dermatólogos es claro: hay que protegerla.
OPERATIVO BAJO CERO. Hay que proteger la piel con cuidado no sólo para mantenerla más joven sino también por una cuestión de salud: “Aunque es reflejo de nuestra imagen exterior, no se puede olvidar que la piel tiene una función de hidratación de los órganos internos”.
Hidratá. Reforzá el uso de cremas y tratamientos en gabinete.
Protegé el cuerpo entero. Tanto labios como manos, rodillas y codos se deshidratan durante los días fríos.
Usá filtro solar. Los rayos del sol, que parecen más suaves en invierno que en verano, siguen siendo agresivos.
Evitá la exposición larga al calor de la calefacción y la ducha y los cambios bruscos de temperatura.
Limpiá la piel y desmaquillala a diario con productos que contengan activos hidratantes para impedir los daños de la polución invernal.
ACTIVOS QUE DAN BATALLA. Las fórmulas más recomendadas para combatir el frío son aquellas que contienen ceramidas. “Cumplen un rol fundamental: constituyen uno de los principios activos más eficaces para nutrir la piel”. Además los fosfolípidos, el ácido linoleico y el ácido linolénico ya que consiguen crear las condiciones suficientes para retener el agua en la matriz celular y evitar su pérdida o evaporación.