“La moda no existe sólo en los vestidos. La moda está en el cielo, en la calle, la moda tiene que ver con las ideas, la forma en que vivimos, lo que está sucediendo”, decía Coco Chanel. Y no se equivocaba. La moda se adapta a la vida y, para los trabajadores de hoy, sobre todo los más jóvenes, es muy difícil renunciar a un estilo personal para acatar un código empresarial.
Las nuevas generaciones entendieron que es muy necesario hacer un balance entre el trabajo y la vida, que en el ámbito laboral hoy es más importante cómo se desarrolla una tarea que, por ejemplo, cómo se está vestido para realizarla. Por eso, cada vez más empresas relajan las exigencias en general y revalorizan el talento.
Un claro ejemplo de este modelo es Netflix, el gigante de las series y películas, que se maneja bajo el lema “libertad y responsabilidad”: se reduce la burocracia y se flexibilizan las reglas. Porque, en definitiva, lo más importante sigue siendo la eficacia de un empleado y no su apariencia. En cuanto al dress-code laboral, esto se traduce en que haya libertad en cuanto a la elección de un estilo, pero sin olvidar la imagen empresarial.
Adrián Giménez, CEO de Zona Jobs, explicó a Infobae: “El mindset de las corporaciones es ‘somos todos profesionales, no cambia si usás corbata o no’. Esto generó cultura en el mercado y más tarde las nuevas industrias, como por ejemplo internet, ayudaron, porque buscan trabajar con gente descontracturada”.
Las empresas de tecnología son más propensas al estilo distendido.
Un cambio de larga data
Sin embargo, el paradigma de la vestimenta en el trabajo viene cambiando hace mucho en Argentina porque, exceptuando algunos profesionales del ámbito judicial o financiero, ya desde la década del 90 se introdujeron en la moda laboral las zapatillas, los jeans, los accesorios y las remeras.
“Las compañías se adaptan a las nuevas generaciones, pero ya con la Generación X esto empezó a cambiar, no porque tenían la informalidad de querer trabajar de forma descontracturada, sino porque las multinacionales que se instalaron en Argentina en esa época ya venían con ese modelo”, destaca Giménez, “Tanto los millennials como la Generación Y lo viven así día a día; esto ya cambió, y aunque no es una variable en sí a la hora de buscar trabajo –porque los jóvenes ya no saben lo que es ponerse un traje– lo que buscan es compañías modernas”.
Los empleados de hoy quieren que les permitan ser ellos mismos, tanto en la actividad profesional como en la vida personal. “La comodidad de venir vestido sin traje y sin corbata es un valor en sí mismo y creo que es algo valorado a la hora de buscar trabajo. De todas formas, la comodidad no significa no estar prolijo, porque tu forma de expresarte a través de la ropa es la imagen de la empresa cuando visitás a un cliente o recibís a un proveedor. Pero creo que los millennials tienen claro ese balance”, señala Federico Villa, country manager en la empresa de búsqueda de empleo online Bumeran.com, “Es un valor en sí mismo que no se los exija al momento de buscar trabajo, porque meten todo en una licuadora de valores que incluye dónde queda, cómo es o cómo se trabaja ahí”.
Por otro lado, es lógico que hay rubros que vayan a tardar en acoplarse a estos cambios y existen otros que necesitan del uniforme por cuestiones de seguridad. Villa remarca: “También la industria incide, si trabajás en una compañía de commerce, internet o tecnología, eso también hace que el código de vestimenta sea un poco menos formal. En cambio, si vas a un banco o una compañía de seguros, se requiere mayor formalidad o mayor seriedad, aunque también hoy sean más informales”.
Informales, flexibles, distintos
Carolina Borracchia, CEO de Combo Employer Branding y autora del libro It’s a Match! Cómo ganar la guerra del talento, explicó a Infobae que hay dos conceptos clave: la informalidad y la flexibilidad. “Cuando hablo de informalidad no me refiero al respeto, estamos viendo que la relación entre los líderes y los colaboradores se rige cada vez más a través de una meritocracia natural en donde yo te voy a reconocer en tanto y en cuanto me parece que sos una persona de la cual puedo aprender y no por la autoridad per se”, explicó.
Llevar un traje no significa necesariamente decencia o poder. Por eso, si no tiene una razón de ser, ¿por qué estar incómodos en un ámbito donde se supone que lo que hay que demostrar es el talento y las habilidades personales?
“Somos una generación que cuestiona lo que antes no se cuestionaba, todo tiene que tener una razón de ser. No creemos en lo uniforme, creemos que hay que diferenciar a la gente, que no todos son iguales”, concluyó Borracchia. “Justamente, estamos hablando de una etapa de diversidad, entonces no somos todos lo mismo, somos diversos, y quiero que me reconozcan en la diversidad. Es muy interesante cómo la vestimenta es la punta del iceberg de un montón de otros mensajes y síntomas de esta nueva época en el mundo laboral”.
Por: Por: María Pilar Safatle