Hace exactamente 17 años, en la madrugada del 25 de febrero de 2005, el rock nacional sufría la pérdida de uno de sus máximos exponentes y mejores representantes: Norberto Aníbal Napolitano, más conocido por su seudónimo Pappo.
El histórico guitarrista perdió a la vida apenas dos semanas después de haber cumplido 55 años. Cerca de la localidad de Jauregui, en el partido de Luján, protagonizó un fatal accidente de tránsito con su Harley Davidson.
El Carpo, apodo que se había ganado en la escena del rock, perdió el control de su motocicleta mientras transitaba por la ruta 5. Su hijo, Luciano Napolitano, quien viajaba en otra moto junto a su pareja, fue testigo de los últimos segundos de vida de su padre.
Según las primeras versiones, la moto de Pappo rozó a la de su hijo y fue entonces que perdió el equilibro. Sin embargo, no fue el impacto contra el asfalto lo que le produjo la muerte, sino el haber sido arrollado por un Renault Clío color dorado que circulaba por ese camino.
Tras el incidente, comenzaron a circular varios rumores: que el guitarrista y su hijo corrían picadas y que ambos estaban bajo los efectos del alcohol y las drogas. Una versión hasta sostenía que el icónico artista había caído tras chocar con un Renault Mégane y no con la moto de su hijo. Sin embargo, siete años más tarde, el propio Luciano Napolitano se encargó de despejar las dudas, al contar los detalles de aquella fatídica madrugada.
La versión de su hijo sobre el accidente
En 2012, Luciano Napolitano sorprendió con una extensa publicación en su cuenta de Facebook, donde precisó varios detalles del fatal accidente y, además, aprovechó para desmentir los rumores que sugerían que padre e hijo jugaban a las picadas con sus respectivas motocicletas, bajo los efectos de la droga.
“No estábamos drogados. Lo dice el Examen Toxicológico del Perito Bioquímico que determinó que Norberto (Pappo) y yo no teníamos en nuestro organismo sustancias analgésicas, anestésicas, diuréticos, cocaína, barbitúricos, benzodacepinas, anfetaminas u otras drogas. No, no estábamos borrachos. Habíamos comido en una parrilla y compartido entre tres una jarra de vino”, sentenció.
En ese sentido, destacó la resistencia al alcohol que tenía su padre, debido a su “pasado vinculado al alcoholismo”, por lo que el escaso vino que había bebido “no le impedía conducir su Harley con más pericia que muchos que son abstemios”.
Luego, se encargó de contradecir la versión de que iban corriendo picadas: “No, no íbamos pasándonos en la ruta y jugando carreras o picadas: mi viejo viajaba solo en una Harley Davidson de 1200 cm3 preparada por él, y yo lo seguía como podía en una vieja Kawasaki de los 80, de modestos 400 cm3, llevando conductor y acompañante… Sería como hacer correr una Chevy contra un Citroën 2CV”.
Respecto de los planes de aquella noche fatídica, explicó: “Teníamos que ir a tocar a un Moto encuentro y tendríamos que haber ido a cambiarnos la ropa, y si hubiera sido por él tendríamos que haber pasado antes por el cabaret. Pero él era el Carpo, y con él nunca se sabía el orden de las cosas”.
Tras dejar la parrilla, ambas motocicletas emprendieron viaje en la ruta y fue entonces que ocurrió la tragedia. “Desaceleró bruscamente intentando virar en sentido contrario al que llevábamos, nunca sabré si él quiso volver a la quinta que ya habíamos pasado para cambiarnos (estaba en short y mocasines), si quiso cruzarse al cabaret o qué fue lo que le pasó, para que hiciera esa incomprensible maniobra”, recordó.
Y continuó: “Lo que sí sé es que cuando lo estoy alcanzando, el brusco movimiento me sorprende, su moto roza la mía haciéndola cruzarse a la mano contraria. Me salvé porque, milagrosamente, no venía nadie de frente”.
Por último, describió los últimos instantes de vida del histórico guitarrista: “Él se cae en el asfalto con su Harley, corro para ayudarlo a levantarse y un auto a gran velocidad con sus luces encendidas golpea primero la moto y luego lo arrolla, arrastrándolo y pasando por encima de su cuerpo”.