Los más pequeños hacen lo que ven en casa. Si es un hogar con continuos conflictos, ellos aprenderán y se educarán en el conflicto. Por el contrario,si un niño vive y se educa en un ambiente de respeto y de pensamiento positivo, aprenderá a ser más respetuoso y positivo en su vida.
“El pesimismo infantil es una realidad que, para muchos padres, es desconocida. Suele ir de la mano de la infelicidad en
edades tempranas”. Así de contundente se muestra el sociólogo y autor de ‘Optimismo para torpes’, Carlos Hernández. Explica, además, que ambas son actitudes, y como tales, soncomportamientos aprendidos del entorno que les rodea, principalmente de los padres. Por eso, es muy importante pensar cómo vamos a educar a nuestros hijos.
Nuestro lenguaje, clave de la felicidad de nuestros hijos
Hernández considera que la clave reside en el lenguaje que se utiliza cuando están los niños delante. Si a un hijo le estamos diciendo continuamente que es malo, tonto o que es incapaz de hacer cualquier cosa, al final acabará creyéndoselo. “Por ejemplo, cuando cometen alguna travesura, no hay que regañarles diciéndoles: “eres malo” sino que hay que hacer énfasis en: “qué mal te has portado”. Es el comportamiento el malo, no el niño… No olvidemos que el lenguaje no sólo describe realidades, también las crea”.
No se trata de educar niños ilusos que piensen que el mundo es de color de rosa, pero sí que se crean capaces de luchar por conseguir sus retos o sueños, que confíen en sus propias posibilidades. Para Carlos Hernández: “la baja autoestima es uno de los peores enemigos de los niños. Puede llegar a ser, a largo plazo, uno de los mayores obstáculos a la hora de ser felices”.