Con 30 años de experiencia investigando por qué las personas se preocupan, Ad Kerkhof, un psicólogo clínico de la Universidad Vrije de Ámsterdam, Países Bajos, desarrolló un método de cinco pasos para contrarrestar los efectos generados por la angustia.
Preocuparse es solo el primer escalón para males mayores. A gran parte de las personas les genera distintos niveles de ansiedad y a otros los lleva a la depresión. Para un grupo menor, la intranquilidad puede convertirse en un factor tan dramático que los consume hasta llegar al suicidio.
“La gente normalmente se preocupa por el futuro y cree que al hacerlo logrará hallar soluciones. Es normal sentir pesadumbre, pero si todos los días se tienen los mismos pensamientos y ya no se los puede controlar, entonces la persona se está angustiando demasiado”, comentó Kerkhof.
Un tiempo para cada cosa
Una de las técnicas más populares implementadas por las personas para dejar de sentir esta carga es repetirse, una y otra vez, que tienen que dejar de hacerlo. Casi como si con un pseudo autoconvencimiento fuera suficiente y en vez de generar los resultados esperado, lo que surge es una mayor carga de ansiedad.
“Ese método no funciona y produce el mismo efecto que cuando nos repetimos ‘no pienses en un elefante rosa’, nuestro cerebro elimina la palabra ‘no’ de ese mensaje”, explicó el especialista.
En cambio, sugiere que existe una buena herramienta basada en terapias cognitivo-conductuales (TCC), que exploran la relación entre los pensamientos y las emociones.
“La primera de ellas consiste en establecer un tiempo determinado a lo largo del día para manejar esas preocupaciones, en dos periodos de 15 minutos, uno por la mañana y otro por la tarde”, dijo
“Debes dedicar ese tiempo únicamente a preocuparte. De esa manera se establece una misión y después se puede desconectar hasta el próximo momento”.
Proteger los ‘santuarios’ del descanso
Nunca. Ni una sola vez hay que llevar los problemas a los espacios destinados para el disfrute, como la cama o el sillón favorito.
Para Kerkhof las “preocupaciones deben ser parte del trabajo y no del ocio o descanso”. “Puede ser de ayude imaginarlas como si se trataran de ‘nubes que planean sobre la cabeza’ y uno debe dejarlas planear solo durante un tiempo, pero luego hay que alejarlas”.
“Se debe pensar estos conflictos y tratar de solucionarlos una por una y siempre en lugares que no se asocien con tu tiempo de relajación”.
Llevar los problemas a la cama, puede generar más que angustia…
Por la noche, pensamientos positivos
Cuando uno se acuesta para dormir, los problemas pueden aparecen como pájaros negros, que todo lo invaden, y la persona puede angustiarse por demás, cayendo en un espiral del que le resulta muy difícil salir.
El especialista explicó los recuerdos positivos pueden ser una manera asertiva de anular los negativos: “Una buena forma de erradicar la intranquilidad es dedicar cinco minutos a manejar las angustias nocturnas; luego, los 10 minutos siguientes, se debe traer a la memoria un recuerdo positivo”.
Lo ideal es recordar un momento en que la persona se sintió feliz con el mayor detalle posible, con sonidos, colores y aromas, y “tratar de repetirlo 30 veces, de manera que vaya tapando las sensaciones malas”.
Distracciones
Cuando los problemas aparecen de golpe, y roban algún momento en que uno la está pasando bien, se deben buscar distracciones. De esa manera, se entretiene la mente y la sensación de ansiedad desciende.
“Cuando se convierte en algo angustioso, puede provocar trastornos de ansiedad, afectar a la eficiencia cognitiva y, como consecuencia, a la productividad laboral así como a las relaciones personales”, dijo Graham Davey, profesor de psicología de la Universidad de Sussex, en el Reino Unido.
Algunas de las prácticas más efectivas son las más sencillas, como leer un libro, juntarse a tomar algo con un amigo o llamarlo por teléfono, o bien escuchar una canción que invite a viajar a un pasado más radiante.
“Esta técnica no busca ignorar los problemas, sino afrontarlos en el momento y tiempo adecuados”.
Paciencia
Durante años, Kerkhof puso en práctica su técnica con 200 personas con altos niveles de estrés, algunos hasta con episodios cardíacos, y logró reducir los inconvenientes hasta en un 50%.
“Los efectos no son inmediatos. Preocuparse es como una adicción y si quieres acabar con ella se necesita tiempo para dejar de hacerlo. Hay que ir poco a poco”, adviertió Kerkhof