Niños son niños. No compres versiones miniatura de zapatos para adultos, como flip-flops, tacones o botas complicadas. Sí, se ven lindos, pero no están diseñados para jugar y saltar con facilidad. Y después de todo, en eso piensan los más pequeñitos, ¿o no? Opta por las cintas de velcro y extra soporte en las suelas, y limita los modelos más “fashion” para fiestas o eventos especiales.
Tallas grandes. Un error común es pensar en comprar una o dos tallas más grandes para que “dure por más tiempo”. Aunque al principio se vea como una excelente idea, un zapato grande podría lastimar los dedos y los tobillos. ¿La regla de oro? Un pulgar entre el dedo más grande del pie y la punta del calzado.
Muy apretado. Si tu niño no se queja, tal vez le siga quedando bien, ¿verdad? Pues no. Un modelo muy ajustado, a pesar de ser sólo por unas pulgadas, afecta el crecimiento normal de los pies del niño, aumentando el riesgo de deformaciones y dolores en los huesos.
Calzado muy duros o muy suaves. Ningún extremo es bueno, mamás. Muchas veces compramos zapatos “fuertes” con el fin de proteger sus pies, sin embargo, un material muy pesado o muy débil puede molestar los músculos o causar dolores al caminar a largo plazo. Siempre dóblalos para probar la flexibilidad.