Uno, dos, 300. Mientras más, mejor. Muchos especialistas en fitness consideran que realizar abdominales tiene múltiples beneficios. Que quede claro, existen cientos de trabajos que demuestran que mejoran la flexibilidad y fortalecen los músculos, pero existe un grupo de investigadores que colocaron su ojo analítico en sus efectos perjudiciales.
Es casi un cliché, que de tanto que se repite pasa como una verdad universal: hacer abdominales reduce la panza y fortalece los músculos, conocidos de manera popular como six-pack. Sin embargo, esto no es del todo así.
En 2011, un equipo del departamento de kinesiología y salud de la Universidad de Edwardsvill, en Illinois, EEUU, indagó en la relación entre los ejercicios abdominales y la grasa del área.
Para eso reunieron a dos grupos de 24 personas sedentarias. Mientras el primero ejercitaba a diario, el otro, descansaba. Luego de seis semanas llegó el momento de las mediciones y los resultados fueron algo decepcionantes para los que más se sacrificaron. Si bien mejoraron su condición física, no hubo una merma en su tejido adiposo.
LOS EJERCICIOS NO TUVIERON NINGÚN IMPACTO EN EL TAMAÑO DE LA CINTURA O EN LA CANTIDAD DE GRASA ABDOMINAL.
¿Mejora la estabilidad?
Muchos deportistas amateurs y profesionales consideran que reforzar el core tendrá grandes beneficios en el equilibrio al momento de practicar alguna disciplina. Para confirmar esto, un trabajo de la Universidad Estatal de Indiana, EEUU, reunió a 28 individuos, quienes realizaron tres diferentes tipos de pruebas y concluyeron que mejorar la estabilidad central no necesariamente resulta en un mejor rendimiento atlético.
“Muchos profesionales del deporte resaltan la importancia de combinar ejercicios de ‘Movimiento Funcional’ y de ‘Estabilidad Central’ para mejorar el rendimiento, pero nuestros resultados sugieren que el énfasis es desmedido. Si bien ambos tipos de ejercicio son importantes, especialmente para la prevención de lesiones, no deben ser el principal método de ningún programa de entrenamiento”, explicó Thomas Nesser, líder de la investigación.
¿Causan hernias?
Extrapolar los resultados de una investigación realizada en animales de manera directa a los humanos suele generar polémica y más cuando un especialista en biomecánica asegura que realizar abdominales pueden devenir en hernias de disco.
El experto en cuestión es Stuart McGill, quien desde su cátedra en la Universidad de Waterloo, Canadá, ha analizado las consecuencias de los ejercicios abdominales durante años. McGill estudió los cadáveres de cerdo en su laboratorio, flexionando sus columnas vertebrales de manera repetida, para simular el movimiento humano.
Cuando examinó los discos de la columna descubrió que estaban comprimidos a tal punto que presentaban protuberancias. Si eso le sucediese a una persona, le causaría presión sobre los nervios. Resultado: dolor de espalda e incluso una hernia discal.
Si bien los cerdos fueron elegidos debido a que sus columnas son más parecidas a las humanas que las de la mayoría de los animales, los críticos aseguran que las diferencias anatómicas, por pequeñas que sean, ya desacreditan los resultados.
En otro caso, los líderes del ejército de EEUU notaron que muchos de los futuros soldados sufrían lesiones similares durante las pruebas de aptitud física y buscaron las razones en un estudio realizado en el Fuerte Bragg. Descubrieron que el 56% de todas las dolencias se desprendían como resultado de los ejercicios abdominales.
Cambio de paradigma
Los problemas de degeneración de disco estuvieron, por muchos años, relacionados al desgaste que generaba alguna actividad, como los trabajos de fuerza, y a la carencia nutricional.
Dos investigaciones de la Universidad de Alberta, Canadá, revelaron que es en los genes y no en el esfuerzo donde radica el inicio de este mal.
Además, en otro trabajo, los científicos siguieron la vida de hermanos gemelos durante un poco más de una década. En algunos casos, uno de los hermanos tenía tareas que demandaban levantar objetos pesados, mientras el otro era un oficinista sedentario. Si bien se esperaba que en esos casos el primero tuviera mayor predisposición a tener problemas de espalda, la frecuencia con la que padecían algún tipo de dolor no variaba entre ellos.