El significado de la palabra digestión y, por lo tanto, del verbo “digerir” viene del latín “digerere”. Su origen proviene de la palabra repartir, dividir, es decir, separar en forma ordenada. Se trata de convertir o transformar en el aparato digestivo los alimentos asimilables por el organismo.
Todo nuestro aparato digestivo, desde la boca hasta el recto, está inteligentemente diseñado para poder absorber cosas que elige como benéficas para nuestro cuerpo y excretar aquellas que no le son útiles. Esto ocurre desde la mucosa de la lengua -proceso digestivo que sucede en la boca-gracias a la saliva para, luego, continuar en el estómago, donde también hay absorciones de algunas sustancias y división de otras.
Una enorme cantidad ocurre en el intestino delgado, que es el gran tubo donde se producen los efectos y los fenómenos de división de elementos y luego quedan otras pocas sustancias para ser absorbidas por el intestino grueso. Es aquí donde se va a terminar de excretar la gran mayoría, donde el intestino grueso elige lo que no va a ser benéfico para nuestro cuerpo.
Cuando se distorsiona y se alteran todas las funciones de nuestro aparato digestivo -que selecciona de una manera ordenada muchas sustancias que deben ser excretadas por ser nocivas- son absorbidas. Esto nos puede llevar a múltiples enfermedades -desde todas las patologías autoinmunes hasta el cáncer-, especialmente porque se empezó a alterar este proceso de división y de selección de sustancias.
“Con el espíritu sucede lo mismo que con el estómago: sólo puede confiársele aquello que pueda digerir”. W. Churchill.
La principal razón que altera el proceso de selección o digestión es la mala alimentación. Y, en asociación a esto, la elección nociva de los alimentos: cuanto más industrializado es el alimento, peor es para nuestro intestino (por la cantidad de aditivos y adictivos que contiene).
La segunda causa por el cual se altera este proceso es el estrés. Aunque nuestro intestino pueda digerir y le aportemos alimentos de excelente calidad (por ser orgánicos, ricos en micronutrientes, etc.), si nuestro sistema nervioso está alterado, también su digestión y absorción se encontrarán alterados. Esto conllevará a múltiples enfermedades, desde alteración de la flora intestinal o de la permeabilidad del intestino, hasta problemas inmunológicos.
Alimentos para acelerar la digestión
1 – Espinaca. Uno de los primeros alimentos que se necesitan para acelerar la digestión son las hojas verdes, principalmente, la espinaca. Además de contener gran cantidad de fibra -muy buena para alimentar a la flora intestinal que muchas veces está enferma-, contiene vitaminas que pueden ser absorbidas a partir de ella en el tránsito intestinal. Para que realmente sea beneficiosa, es recomendable comerla cruda, como en ensalada o en un licuado (para prepararlo, poner toda la hoja con el jugo de un limón y media palta; como resultado obtendrás una combinación muy sabrosa y cremosa que, fría, se parece a un licuado de kiwi).
2 – Magnesio. No puede faltar. Se encuentra en forma muy rica como centro de la molécula de clorofila, que es lo que le da el color verde a todas las verduras. Por lo tanto, los licuados de color verde con acelga, perejil, alcaucil, etc., si se consumen en forma licuada y lo que se pueda, en forma cruda, va a tener gran efecto sobre la movilidad intestinal. El magnesio también se puede consumir en forma de sales, que atraen gran cantidad de agua a la luz del intestino y esto es una manera muy natural para colaborar con la evacuación intestinal.
3 – Porotos negros. Se trata de un alimento poco consumido por los argentinos. El poroto en sí tiene una cáscara que es muy buena para aumentar el tránsito intestinal y también para dar de comer a la flora. Esta leguminosa contiene “mucuna” que, a su vez, contiene altas concentraciones de una molécula llamada L-DOPA, el precursor metabólico de la dopamina, que puede llegar a nuestro cerebro y darnos una satisfacción importante al aumentar a nuestra dopamina. Por lo tanto, los porotos no solo aumentan el tránsito intestinal, sino que tienen otros beneficios asociados.
4 – Café. Su contenido de cafeína ayuda a aumentar la contracción del musculo liso del intestino. Además, tiene un efecto diurético y estimulante.
5 – Kiwi. Debemos considerar para esto las frutas, por su contenido en fibras y su aporte de vitaminas (si las comemos crudas). El kiwi nos aporta gran cantidad de fibras, que ayudan en la digestión y mejoran el tránsito intestinal, por lo que previene el estreñimiento y, a la vez, aporta un nivel interesante de vitamina C.
6 – Ciruela. Es otra fruta recomendable, junto con otros frutos rojos como las moras, las frambuesas y los arándanos. Todos ellas tienen un bajo índice glucémico: suben muy poco el azúcar en sangre, lo que es bueno para prevenir la diabetes y no subir de peso. Pero, además, son excelentes para mover el intestino, especialmente, consumidos en forma de licuados o crudas, para conservar todas sus propiedades.
7 – Fermentados. Todos los productos fermentados son ideales para una buena digestión. Por la gran carga de lactobacillus que contienen colaboran mucho con el funcionamiento del intestino. Por un lado, mejoran el tránsito intestinal porque también tienen fibras pero, además, al mejorar la flora, también colaboran con el tránsito.
8 – Yogur. Preferentemente casero. Gracias a sus bacterias y probióticos, este alimento ayuda a reponer las bacterias buenas del intestino. Los probióticos aumentan el número de evacuaciones y su consistencia. Debido al proceso de fermentación empleado en su elaboración, el yogur mejora los síntomas de los procesos donde existe una alteración de la flora intestinal.
9 – Kéfir. Bebida fermentada de leche o agua. Es de gran ayuda para las enfermedades relacionadas con el estómago. Un gran beneficio para la salud del kéfir es que mejora la digestión, previene el estreñimiento y ayuda en la limpieza de los intestinos. Esta es la razón por la que comer mucho kéfir cuando se tiene problemas de desequilibrio intestinal.
10 – Chucrut. Sus probióticos son muy beneficiosos para las personas que tienen problemas digestivos por falta o mala función de las enzimas digestivas. El chucrut regula la microflora bacteriana del intestino y controlarla reduciendo el número de radicales libres.
Incorporándola a nuestra dieta estamos ayudando a mejorar los desórdenes digestivos, el intestino inflamado o la diarrea y el estreñimiento.
Dos aclaraciones:
a) Mala masticación. La masticación cumple una función muy importante en el proceso digestivo. Si no se mastica bien, se perjudica la digestión y se reduce la eficacia de las otras etapas del proceso digestivo.
b) Tomar agua. Aunque no se trate de un alimento, lo primero a enumerar es el agua, un estimulante metabólico. La digestión es un proceso que requiere del agua para poder llevar a cabo la mezcla correcta de los alimentos. Cuando no se bebe suficiente agua las heces son más compactas, lo que dificulta su excreción.
Por la doctora María Alejandra Rodríguez Zía, médica clínica (UBA), especialista en endocrinología.