Damián Bikiel, investigador especializado en química ambiental, y su mujer, Cynthia, ecóloga, regresaron al país en marzo con un bebe de cuatro meses después de estadías en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) y en Harvard.
Pero ahora están inquietos. El recorte de más de 30% en el proyecto de presupuesto para la ciencia que esta semana empieza a discutirse en el Congreso les hace entrever un futuro problemático. Por primera vez desde la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, su partida se reduce en términos absolutos en casi 1000 millones de pesos, y las combinadas para el ministerio, la Conae y la Agencia de Promoción Científica y Tecnológica (Anpcyt) pasan de representar el 0,7% del PBI al 0,59%.
Más allá de su posición ideológica o política, todo el espectro de la comunidad científica está en alerta.
El Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA elevó un petitorio a ambas cámaras, titulado “Defendamos la ciencia argentina”, que ayer sumaba casi 28.000 adhesiones. En el documento, solicitan “la modificación del proyecto de ley para garantizar la continuidad de los programas, el funcionamiento de los centros de investigación y la recomposición de los salarios de investigadores, becarios y personal de apoyo”.
“Si todo es más caro, pero el presupuesto se reduce, hay algo que no está funcionando bien”, resume con sencillez Bikiel.
“Esto es así, los números fueron analizados por gente que sabe sacar cuentas -dijo el ministro Lino Barañao-. Me parece un hecho positivo que por primera vez se analice minuciosamente el presupuesto nacional y el de ciencia en particular. Pero del presupuesto formal a lo que finalmente ocurre hay una distancia. Estamos preocupados, pero no angustiados.”
El miércoles pasado, Luis Baraldo, vicedecano de Exactas/UBA, y otros directivos de la facultad, el grupo Ciencia y Técnica Argentinas (CyTA) y Científicos Autoconvocados dieron una conferencia de prensa en el Salón Illia del Congreso para alertar sobre este problema. “Estamos hablando con legisladores de todos los bloques -destaca Baraldo-. Lo que pedimos es que nuestra área siga teniendo el mismo peso que tenía: el 0,7% del PBI.”
También el Encuentro Permanente de Asociaciones Científicas (EPAC), una sociedad civil que agrupa a alrededor de 40 sociedades con miembros de todas las posturas políticas, presentó una nota al ministro Barañao para expresar su preocupación.
“En este momento, el presupuesto operativo está concentrado casi exclusivamente en salarios -explica la física Susana Hernández, profesora emérita de la UBA, vicepresidenta de la Asociación Argentina para el Progreso de la Ciencia (AAPC) y coordinadora del EPAC-. Somos conscientes de que hay reducción presupuestaria en todos los ministerios, pero esto va en contra de las promesas de campaña: elevar la inversión en ciencia y tecnología al 1,5% del PBI.”
La primera voz de alarma vino de un riguroso análisis de la evolución del presupuesto para el Mincyt, el Conicet y la Conea entre 2009 y 2016 realizado sobre datos públicos por el nanotecnólogo Fernando Stefani (puede consultarse en Internet). El estudio revela la reducción, en el valor real y en fracción del gasto total. “Esto contradice los considerandos del proyecto de ley, que destacan la importancia estratégica de la ciencia y la tecnología -subraya Stefani-. Es cierto que todos los años los presupuestos se corrigieron durante la ejecución, pero aquí estamos hablando de un recorte programado. El presupuesto enviado es de $ 13.900 millones, mientras que lo mínimo necesario para mantener el sistema funcionando es de 19.700 millones, y esto sin ninguna mejora de las becas y salarios. La peor consecuencia de los recortes de este estilo ya la experimentamos: es la fuga de cerebros. Se genera una selección negativa donde los más jóvenes (que tienen menos lazos) y los más brillantes (que consiguen las mejores oportunidades primero) dejan el país para generar conocimiento en el extranjero.”
“Para generar productos aplicables y de transferencia, se necesita continuidad -coincide el inmunólogo Gabriel Rabinovich-. Una reducción sustancial del presupuesto podría tener como consecuencia la discontinuidad indiscriminada de proyectos centrales y críticos para el país y problemas en la formación de recursos humanos de calidad, lo cual ya sabemos que implica a futuro el exilio de científicos. Confío en que se revierta esta propuesta.”
“Yo viví la ciencia en los 90 como estudiante, en los 2000 haciendo mi doctorado y en la última década como investigador -dice el neurocientífico Pedro Bekinschtein-. Si bien no esperaba un aumento del presupuesto para el año que viene, dadas las promesas de campaña tampoco pensé que se iba a reducir. Espero que se respete la idea de que la ciencia es una política de Estado y no depende del gobierno de turno.”
“Estoy muy preocupado, como muchos colegas, porque el presupuesto total sigue bajando en términos relativos -dice también el nanotecnólogo Galo Soler Illia, de la Universidad de San Martín-. Es particularmente preocupante el tema Agencia de Promoción Científica, porque son fondos que van a financiar subsidios de investigación, necesarios para el avance científico. Sin embargo, no soy tan pesimista por tres motivos: a) hay que ver cómo se ejecutan ciertos créditos externos, b) hay que tener en cuenta que creció significativamente el presupuesto de la Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación, c) aún queda mucho por discutir en las cámaras.”
Soler Illia añade que “es fundamental no perder de vista que en estos años se generaron valiosísimos recursos humanos y que en gran parte están listos para transferir tecnología e innovación. Sería un suicidio perder este plantel calificado. Por último, aún queda pendiente que el sector privado, en el que este gobierno tanto confía, invierta en las oportunidades que la brindan la ciencia y la tecnología en el país.”
Barañao pone paños fríos a la preocupación: “Finalmente lo que cuenta es lo que se ejecuta a lo largo del año. Estamos hablando de modificaciones del orden del 0,1 o 0,15% del presupuesto total, algo que está dentro de las variaciones esperables. Yo reitero mi compromiso de defender esto que hemos construido no sólo para los científicos, sino también para el país. Tengo además el respaldo del propio Presidente de priorizar el área”.