Las redes sociales dejan algo en claro: las personas odian los domingos y/o los lunes. Son miles los que comparten imágenes o actualizan sus estados para comentar lo mal que se sienten por tener volver a sus obligaciones y compromisos.
Incluso hay decenas de canciones que han desarrollado este malestar. Desde Sui Generis con su “Lunes otra vez”, a el clásico ochentoso I Don’t Like Mondays, de The Boomtown Rats, o, por qué no, la inolvidable Every day is like Sunday, de Morrisey, con su “cada día es silencioso y gris”.
Sin embargo, parece que en realidad el día más deprimente de la semana es el martes. Un estudio de la Escuela de Economía de Londres (EEL) consultó a 22 mil personas, mediante la app de iPhone Mappiness, todos los días, durante dos meses, para registrar cuáles eran sus estados de ánimo.
“Durante el lunes, lo vivido durante el fin de semana todavía no ha desaparecido completamente. En cambio, durante los martes ya se está bien consciente de que se debe trabajar durante toda la semana y la mente está muy metida en eso. Además, el próximo fin de semana está muy lejos”, explicó George MacKerron, del Departamento de Geografía y Medio Ambiente de la EEL.
El procedimiento de recolección de datos era sorpresivo. La persona recibía dos veces al día, en horarios que iban variando, una alerta en su teléfono celular. En el mensaje se les preguntaba cómo estaban de ánimo, cómo se sentían en general, con quién estaban, dónde se encontraban y qué actividades realizaban en ese momento.
EN EL OTRO EXTREMO, LOS INVESTIGADORES EXPLICARON QUE LOS SÁBADOS ES EL DÍA PREFERIDO DE LA MAYORÍA.
Mediante el sistema de geolocalización satelital (GPS), los investigadores tuvieron acceso a la ubicación de cada uno de los voluntarios y pudieron determinar de esta manera cuáles eran los “puntos más felices e infelices” de Inglaterra.
Así, descubrieron que en las ciudades costeras como en aquellas donde las personas tenían un contacto cotidiano con la naturaleza el índice de satisfacción era, en general, superior con respecto a los habitantes de las grandes ciudades
“Si bien el trabajo no se trató de cómo el medio ambiente afecta el humor de la persona, creo que sí nos dio algunas pistas evidentes. Creo que abre una puerta para que se profundice en este tema”, agregó MacKerron.
“Ahora es el momento de profundizar en esta relación. Esperamos encontrar mejores respuestas a las preguntas sobre los impactos de la belleza natural, problemas ambientales -tal vez incluso aspectos del clima- en el bienestar individual y nacional”, finalizó.