La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, rechazó hoy la legitimidad del proceso de destitución al que se enfrenta y sugirió que, si se quiere “juzgar” su Gobierno, que el juez sea el pueblo por medio de unas elecciones.
“Desde el punto de vista de la política, el gran juez es el pueblo brasileño. Si quieren hacer un juicio de mi Gobierno, que acudan al pueblo brasileño y no al impeachment. Solo quien tiene la legitimidad del voto, puede juzgar”, dijo Rousseff durante la ceremonia de inauguración de un centro de investigación agrícola de la empresa estatal Embrapa en Palmas, capital de Tocantins.
Rousseff reiteró que el proceso de destitución se trata de un “golpe” de Estado, porque “no tiene base legal” y porque ella “ni siquiera” participó en los supuestos ilícitos que le imputa la oposición.
Asimismo, acusó a la oposición de tratar de llegar al poder para “acabar” o reducir los programas sociales que ha impulsado su gobierno.
Aseguró que el eventual Gobierno del actual vicepresidente, Michel Temer, que sustituiría a Rousseff si es apartada del cargo, quitará a 36 millones de personas el Bolsa Familia,principal programa de subsidios a los pobres, de los 46 millones que actualmente lo reciben.
“El gasto del Bolsa Familia es menor al 1% del PIB. Quieren hacer ahorro con el dinero de los más pobres”, acusó Rousseff.
Temer, que está trabajando en los preparativos de montaje de su eventual Gobierno, ha negado varias veces que se proponga eliminar los programas sociales.
La votación crucial se celebrará previsiblemente el próximo miércoles en el pleno de la Cámara alta, aunque aún no ha sido confirmado oficialmente.
Si los senadores aprueban el inicio del juicio político, Rousseff se verá obligada a apartarse del cargo hasta que se culmine el proceso, que puede alargarse por un máximo de 180 días.
Durante ese período Temer asumiría la Presidencia de forma temporal y, si el Senado se inclina por la destitución, completará el mandato de Rousseff que termina el 1 de enero de 2019.