– ¿Por qué quisiste escribir sobre María Eugenia Vidal, un personaje por cierto bastante desconocido en el círculo rojo de la política?
– En el círculo rojo pero también en el conjunto de la sociedad, ella se ocupó de mostrar solo algunas cartas y no todas. Cuidó su imagen y cuidó entre un grupo de 20 personas que están con ella y no viene de la política su propia intimidad. Se sabe poco de ella. Una de las ideas centrales del libro es desentrañar cómo una mujer de apenas 42 años logra ganar 64 intendencias y colaborar en forma determinante para que Mauricio Macri llegue a la Casa Rosada. Para eso me interné en la vida de esa mujer, cómo fue su infancia en Flores en un colegio de monjas con un padre médico que a veces no llegaba a fin de mes, la relación con su abuela Corina, a quien le dedica la gobernación, que iba a cuidarla porque los padres tenían que trabajar todo el día. La idea de La Otra Hechicera es contar cómo es esa una mujer que a la mañana lleva a su hija Camila a la escuela y a la tarde está revisando las Declaraciones Juradas de los comisarios de la Policía Bonaerense, y cómo logró penetrar en un electorado como el de la provincia de Buenos Aires sin ser peronista, y viniendo de una estructura como la del PRO.
– ¿Cómo creés que se animó a ser candidata a gobernadora cuando era prácticamente desconocida?
– Una frase que ella repite con sus asesores y ministros es que nunca le gustaron las cosas fáciles. Es una mujer que muchas veces la tienen que sacar de los conflictos para preservar su imagen. Cuando Macri llega a Jefe de Gobierno de la Ciudad, era muy difícil ser ministro de Desarrollo Social. En ese tiempo se decía que Macri iba a pasar con topadoras en las villas, iba a perseguir a los militantes sociales, y a ella le tocó enfrentar esa situación. Cuando Macri le propone ser candidata a gobernadora de la provincia no era su idea. Fue en diciembre del 2013, en un momento muy complicado para el PRO, porque Gabriela Michetti había dicho que no a la candidatura en la provincia. Venían de un acuerdo con el Frente Renovador poco beneficioso. Parecía que Sergio Massa iba en forma inexorable a ser el candidato a presidente de la oposición. Es una de las claves para entender cómo funciona el macrismo. Durante un año y medio no se la consideró como una candidata realmente potable. Era un instrumento de cambio, una forma de que no se frene el crecimiento de la figura de Macri.
– Era como una ficha que se jugaba para no dejar el espacio vacío.
– Exactamente, durante todo el 2014 hacía campaña con muy poca gente, con muy pocos asesores, muy poca plata. Tenía una queja constante por el poco respaldo. Hubo una cumbre muy importante en determinado momento de la campaña y pidió apoyo sí o sí para poder continuar. Hay mucho de jugar en las difíciles o no jugar en las fáciles y también mucho de, bueno, colaboro desde este lado, aunque en el macrismo nadie pensó que podía ganar. No lo mostraban ni las encuestas, ni ella. Es una de las hipótesis del libro. Solo sobre el final pensó que podía ganar la provincia.
– Tal vez pensó que podía ser posible, racionalmente, y no quería ilusionarse. ¿O no es así?
– Sí, es cierto. De hecho, a la familia, a sus padres, a su hermano, a sus tías, les decía que se queden tranquilos que no podía ganar. Lo que pasa es que después de las PASO, donde ella es la candidata única más votada, queda a solo 10 por ciento de los dos candidatos del FPV sumados, ahí se empieza a asumir como una candidata más potable, más fuerte, y empiezan a apostar a ella en la campaña. También fue cuando empezó a recibir amenazas, problemas. La pasó realmente mal durante la campaña. Fue muy complicado para ella.
– ¿Y cómo lo procesó? Porque la verdad que no se notó que la estuviera pasando mal.
– Es una de las grandes habilidades. No se notó, porque guarda su intimidad, no habla de su intimidad. En la campaña es una candidata muy ordenada. Se reunía en el piso de Jaime Durán Barba en Recoleta, en la avenida Alvear. Intentaba cumplir con todo lo que se le pedía. Armó una relación personal con Durán Barba, y es una candidata muy disciplinada, en contraste con Michetti, que tiene mucho carisma pero nunca fue disciplinada. De todos modos, creo que se da un quiebre muy grande cuando finalmente se decide que ella sea la candidata y no ir a un acuerdo con Sergio Massa. Fue una reunión cumbre en la casa de Franco Macri un par de semanas antes de las PASO donde hay una discusión interna en el PRO. Es un momento muy importante en su carrera.
– Ella juega en esa reunión muy decidida a no aflojar, ¿no es así? No sé si ahí no se producen heridas dentro del PRO que aún no están saldadas, tal vez con Emilio Monzó.
– Sí, ella juega a fondo. Monzó y también Jorge Macri, que durante todo el 2014 vivió una interna bastante dura. A Monzó le adjudica que no la ponía al tanto de los acuerdos que iba a hacer con los dirigentes e intendentes. El otro que la pasó mal es su ex marido. Se veía en la casa de ellos. Tuvieron muchos aprietes, ellos aseguraban que tenían los teléfonos pinchados, creían que no podían hablar en su propia casa. Ella se baja el chat de Telegram después de ganar las primarias porque creía que tenía los teléfonos intervenidos. Hay que pensar que tienen tres hijos, dos hijas adolescentes y un nene chiquito. Fue una etapa muy complicada esa etapa de la campaña para ellos.
– ¿Y cómo recibe la victoria María Eugenia?
– La recibe con mucha sorpresa. Hay una anécdota sobre el día del búnker. El gobierno hasta más de las 11 de la noche no daba resultados de la provincia de Buenos Aires. Pasadas las 19.30/20 le empiezan a llegar las primeras mesas testigo y mucha gente quería salir a festejar. Y ella decía que no quería ser Pinky, que había que esperar. No lo pudo creer hasta más de una o dos horas más. También se le acercaban a Macri, y él decía: “no me jodan, ya con que entre al balotaje está bien”. En un momento, 23 y pico, salen Alejandro Tullio con Julio Alak para presentar los resultados. Estaba José Luis Vidal, el papá de María Eugenia, con quien tiene una relación casi edípica, mirando la televisión y se le pone una señora de al lado, salen los primeros resultados en el videograph, con cuatro puntos por encima, y esa señora le agarra la mano y le dice “les ganamos a estos imbéciles”, y se trataba de Elisa Carrió. A María Eugenia le costó caer y asumir que tenía que gobernar la provincia de Buenos Aires. Le costó armar el gabinete, encontrar gente de peso para gobernar el distrito.
– ¿Cómo la ves ahora?
– La veo centrada, sumamente presionada, y teniendo que tomar decisiones importantes y frente a dilemas tremendos en muy poco tiempo. La Policía, el juego, son todos problemas serios, y busca apoyarse en su equipo, también en Horacio Rodríguez Larreta y el Gobierno nacional. A pesar de que es una mujer que está atrás de la gestión, veo que tiene que hacer un esfuerzo muy grande para no perder el centro.
– ¿Atribuís a las presiones que recibió la ruptura de su matrimonio?
– Hay múltiples factores en la ruptura de un matrimonio. Dedico un capítulo a su separación. Creo que la campaña 2015, las presiones, las amenazas directas, una que terminó con una demanda penal en la división de delitos informáticos de la Policía Metropolitana, fueron determinantes para la ruptura de la pareja. La tenían amenazada con carpetazos que nunca aparecieron, supuestos contratos. El ex marido trabajó en una consultora en un período corto. Se hablaba de supuestas fotos que nunca terminaron de salir a la luz. Una de las hipótesis del libro es que lo que pasó con Niembro fue porque buscaban buscar cosas de Vidal y como no había nada muy contundente, empezaron a investigar a Niembro. Hay que pensar que se separa a los tres meses y medio de haber sido elegida gobernadora y decide anunciarlo ese mismo día. Ella llega un lunes, reúne a los tres hombres más importantes de su comunicación, les dice que se separó y que quiere comunicarlo ese mismo día. Pregunta cuál era su primera actividad pública y lo anuncia en un acto absolutamente menor. Se para frente a los medios y dice: “quiero decirles que con Ramiro decidimos separarnos”.
– Evidentemente es una mujer de una gran determinación. ¿Tiene novio?
– No lo sé. Intuyo que no, pero no lo sé. El libro cuenta los primeros meses en la gobernación, y termina con los desafíos de ella, desde que nació.
-¿Creés que va a poder domar el potro que es la provincia de Buenos Aires?
– Qué pregunta difícil. Hay un sector del Gobierno que cree que no. Y que cree que cualquier apetencia que va a tener en el futuro va a terminar minado por la provincia de Buenos Aires, que la estructura mafiosa o administrativamente desastrosa va a minar su futuro político. Otros dicen que con la ayuda de la provincia de Buenos Aires y su capacidad de gestión, ya que tiene mucho de Larreta, con muy poquito de cambio que muestre, algunas obras, un poco de mejoramiento, algo de cambio, le puede alcanzar para tener un futuro político.
Por Silvia Mercado